El problema de la basura en nuestras calles no es un tema nuevo. Lo que sí es novedoso y sumamente necesario es que, por fin, se comience a sancionar a quienes se niegan a convivir en sociedad. En Pachuca, al igual que en muchas otras ciudades, aún persisten individuos que actúan como si arrojar desechos en la vía pública fuera un acto sin repercusiones, una falta menor, casi un derecho adquirido tras años de impunidad y desinterés.
No es casualidad que hoy ya sumen 16 personas sancionadas. Esta cifra no es un número cualquiera; habla de un cambio palpable, de acciones concretas que buscan frenar una práctica tan cotidiana como irresponsable. Demuestra que la autoridad está empezando a comprender que la cultura cívica también se construye con la aplicación de la ley, no solo con campañas de buenas intenciones que a menudo caen en saco roto.
Seamos directos: si alguien requiere una multa para comprender que no debe ensuciar el espacio público, esa multa es absolutamente justa y necesaria. A nadie le agrada ver montones de basura acumulados en las esquinas, bolsas rotas esparcidas por animales o escombros abandonados. Y, sin embargo, hay quienes continúan actuando como si la calle no perteneciera a nadie. Estas personas están aprendiendo, aunque sea por la vía coercitiva, que el espacio público sí es de todos y todas.
Es sencillo criticar las sanciones o cuestionar por qué no se implementaron antes. Pero más allá de lo que pudo o no hacerse en el pasado, lo verdaderamente urgente es reconocer que, sin consecuencias claras y firmes, la irresponsabilidad seguirá ganando terreno. El respeto por nuestra ciudad y por el entorno que compartimos no puede seguir dependiendo únicamente de la voluntad de unos pocos.
Pachuca necesita orden. Requiere ciudadanos que cumplan con sus deberes, pero también autoridades que no duden en aplicar la normativa vigente. Si la conciencia individual no es suficiente, que sea la sanción la que impulse el cambio. Así de simple.
La ciudad más limpia no es en la que más se barre sino en la que menos basura se tira y eso estimado lector se llama educación…