Hoy, especialmente hoy, el ambiente político de nuestro país está polarizado, y existen muchos factores que ponen en duda la factibilidad de llegar a un consenso real respecto a una posible reforma electoral, pues hemos visto casos alarmantes donde evidentemente el sentido del voto de algunos legisladores ha sido presionado y evidentemente bajo amenazas cambiado de sentido como ocurrió con los casos de Alito Moreno del PRI y Miguel Ángel Mancera del PRD en el tema de la permanencia del Ejército en labores de seguridad.
La iniciativa de reforma electoral que insisto por primera vez en la historia viene desde el gobierno y no desde la oposición también tiene otro tema que preocupa, difícilmente habrá acuerdos lo suficientemente sólidos como para aprobarla y ponerla en marcha, las reformas anteriores se dieron en un amplio consenso y con el voto unánime de los legisladores lo que hoy no sucederá y menos cuando la mitad del poder legislativo está demandado por traición a la patria.
Una acuerdo unánime traerá paz pero una imposición sería trágico para el sistema democrático mexicano pues sería que una sola corriente política pusiera las reglas del juego que en apariencia le serían favorables lo que vuelve un campo minado el trayecto a la jornada electoral del 2024 cuando se pondría en marcha esta reforma, que no pretende mejorar lo que ya hay sino refundarlo, lo que significa otro riesgo inminente.
Traería esto también una incertidumbre y dejaría enormes dudas respecto al ganador de la elección presidencial por ejemplo porque el primer argumento del perdedor será que no hubo piso parejo pues las reglas del juego estaban cargadas al partido en el poder, y créame aunque en el mejor de los casos no sea así, todo lo que viene desde la iniciativa gubernamental siembra enormes dudas y más en el campo electoral.
Así pues concluyo esta saga respecto a la reforma electoral haciendo un llamado a la reflexión, claro que debemos de mejorar lo que hoy tenemos, no veo una razón para no hacerlo, el problema es que las condiciones no son las óptimas y la historia nos lo dice hoy más que nunca.
Miguel Ángel Puértolasmiguel.puertolas@milenio.com