Ayer, Marcelo Ebrard en Guanajuato planteó su propuesta respecto a cómo debería ser la selección del candidato a la Presidencia de México en una reunión con empresarios de la entidad, y creo que planteó lo que en un partido que se presume democrático, debería suceder.
Primero que nada habló del método de selección que como ya es tradición en el partido de la 4T será la famosa encuesta, misma que entre otras cosas que esta tenga cobertura nacional no un cuestionario de mil personas, que sea representativa por estado porque hay elecciones en 15 entidades federativas.
Además, que quienes realicen el ejercicio sean empresas de confianza, evitando todas aquellas que dan resultados al mejor postor y por último que contenga una sola pregunta: “¿Quién quieres que encabece ésto?”
Pidió respeto a la encuesta y preguntó al presidente ¿Si no vas a respetar la encuesta entonces para qué abrirla? al tiempo que con un dejo de gran duda aseguró que suponía que la encuesta se va a respetar. Piso parejo pidió Ebrard, que los suspirantes dejen el cargo, que haya un debate en el que se contesten al menos 100 preguntas e inquietudes de los ciudadanos.
Lo que plantea el canciller es una utopía, y él lo sabe, pues no creo que sea tan ingenuo como para pensar que el partido al que pertenece actuará de este modo cuando nunca lo ha hecho, y lo vimos repetidamente por ejemplo en las candidaturas a los gobiernos estatales. Pero tampoco se pueden dar baños de pureza en ningún partido político, donde sabemos que los procesos democráticos no existen, al final quienes llegan, pues lo importante es el fin y no los medios son los designados por los grupos en el poder.
El cuento de las encuestas en Morena es simple y sencillamente un método para disfrazar la designación… que alguien me muestre de los designados, la encuesta que lo avaló, estoy seguro que no existe.
