La Secretaría de la Función Pública se ha convertido en la herramienta perfecta para condenar o limpiar de toda duda la reputación de funcionarios cuestionados por enriquecimiento inexplicable dependiendo su relación con el poder, y el partido que gobierne.
Si es enemigo del sistema siempre habrá la paja que termine por destrozar una reputación, lo mismo que, si no lo es, siempre habrá una viga poco visible para actuar en consecuencia y aplicar la ley. Ayer vimos un claro ejemplo cuando Irma Eréndira Sandoval, titular de la dependencia, exoneró al titular de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz, de posible conflicto de interés al no declarar bienes que están a nombre de sus hijos y de su pareja sentimental.
Me parece que pensar que somos ilusos, deja en entredicho el combate a la corrupción que presumen haber iniciado en la administración federal que lleva un año en el poder. Hay mil maneras de saltarse la ley y una de las más eficaces cuando se trata de ingresos es por ejemplo poner a nombre de otros los bienes que le pertenecen a uno, entre otros vericuetos legales que son tomados como válidos ahora por la instancia que dirige Sandoval Ballesteros.
Se repite la historia de Virgilio Andrade, quien pagó muy caro ser el titular de la dependencia durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, a quien le encargaron investigar otro escándalo de propiedades, en este caso la “casa blanca” atribuida en propiedad a la actriz Angélica Rivera en ese entonces primera dama del país.
Quedó en entredicho la reputación de Andrade luego de exonerar al ex presidente pese a que todos los indicios apuntaban a un acto más de corrupción de esos que abundaron durante el sexenio pasado. La historia se repite, los actores son otros pero el guión se sigue a pie juntillas y hoy queda en duda la reputación de Irma Eréndira Sandoval por servir a los intereses políticos y no a la obligación de respetar la ley.
Mal presagio para cerrar un año convulso para el país en donde poco se hace para combatir al crimen y mucho menos para dar ejemplo de combate a la corrupción, pues hacer que la justicia caiga sobre los bueyes del compadre, no significa por mucho actuar en contra de las malas prácticas arraigadas en la clase política del país.
miguel.puertolas@milenio.com