La Auditoría Superior de la Federación dio a conocer anomalías por más de 63 mil millones de pesos en programas y obras insignia del presidente Andrés Manuel López Obrador por gastos no reportados o injustificados a través de la revisión de la cuenta pública 2020.
Entre ellas destacan el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles en Santa Lucía, la refinería Dos Bocas en Tabasco y el Tren Maya en las cuales hay supuestas irregularidades millonarias durante su construcción en este último la auditoría advierte que el Tren Maya se realiza sin un programa de acciones para su construcción y eso pone en riesgo la operación en la fecha prevista.
Pero ayer, como ya es costumbre del mandatario se dedicó a asegurar que solo son observaciones que en su momento quedarán subsanadas, y en efecto las observaciones son solo eso, sin embargo el desdén con el que se dirige al órgano fiscalizador deja una clara evidencia de lo que realmente importa para el ejecutivo esta revisión.
Lo que queda claro es que ni hay un combate frontal a la corrupción y menos un dejo que nos haga pensar que en el actual gobierno federal se sigue la máxima de cero impunidad, al contrario, todo parece indicar que nada va a suceder con las observaciones hechas al destino del dinero de millones de mexicanos que va a parar a estos proyectos.
Aún más parece que no inquieta más que las denuncias hechas por diversos medios respecto a las presuntas irregularidades cometidas por su secretaria de Educación a quien se le sorprendió recabando recursos de los maestros para el partido Morena, los contratos millonarios a empresas favoritas y otros tantos señalamientos hechos contra la actual administración.
Incesante también ha sido el discurso que en este gobierno se acabó la corrupción, y que es diferente a los gobiernos “neoliberales” que le antecedieron queriendo ver tal vez lo que es una paja en el ojo ajeno, pero queda claro que si el río suena es que agua lleva y este no deja de sonar todos los días a actos de corrupción.
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