El juicio contra el ex secretario de Seguridad de Felipe Calderón, Genaro García Luna, podría ser un arma mortal contra las intenciones de la alianza opositora en México, el ser el PAN el más importante de los partidos que la conforman y a su vez el partido que llevó a Calderón, el segundo y último del albiazul a la presidencia de México.
Las declaraciones del otrora hombre fuerte del presidente, pero sobre todo de los testigos encubiertos que se estén preparando en su contra, podrían traer consigo escándalos insospechados, claro, no todos necesariamente reales, que sin duda serán un aguijón con veneno para esta coalición de partidos, que sin candidato y sin un rumbo definido hoy quieren arrebatar a Morena el Poder Ejecutivo federal.
Habrá que decir que sobre Genaro García pesan hoy en día acusaciones, que de ser probadas significaría además un duro golpe a la bandera de la administración de Felipe Calderón que fue el declararle la guerra al narcotráfico, con ello todo pasaría a ser una tremenda farsa, pues de nuevo parecería que sólo se emprendieron acciones en contra de los enemigos del cártel que lideraba el Chapo Guzmán y no una verdadera batalla por eliminar a los grupos delincuenciales.
Lamentable, pero en México ya muchos ejemplos de funcionarios de alto nivel corrompidos por el crimen organizado, el PRI que va dentro de esta alianza también tuvo su sello con el caso del general José de Jesús Gutiérrez Rebollo, otro zar antidrogas esta vez del Ejército mexicano encargado de combatir a los cárteles y aliado con el de Ciudad Juárez que en ese entonces lideraba el extinto Amado Carrillo Fuentes.
Claro que si desde Morena se intentara lanzar acusaciones, existen varias sospechas fundadas respecto a campañas oscuras financiadas por grupos delictivos que permitieron a varios funcionarios aspirantes a cargos de elección popular, llegar a donde hoy están. Sólo que no hay por lo pronto acusaciones serias o denuncias, pero sí rastros que de una u otra manera el crimen organizado estuvo metido en su camino al poder.
Merece que pongamos más atención al tema ahora que viene un nuevo camino hacia la sucesión presidencial, de otro modo cualquier discurso que vaya contra los delincuentes pasará a ser uno más de demagogia.
miguel.puertolas@milenio.com
