No debemos dejar que las pasiones políticas nos rebasen y menos cuando se trata hoy de procesos internos de los partidos, lo que tienden a polarizar al país. Tampoco debemos de perder de vista que el año electoral aún no inicia y lo que estamos presenciando es un acontecimiento único en la historia, donde partidos políticos han llevado estos procesos que deberían ser internos a una campaña pública fuera de toda proporción.
Y no es que no esté de acuerdo con que se abran las expresiones de quienes desean en este caso, ser los candidatos a la presidencia, el tema es que poco les ha importado actuar al filo de la navaja en el límite de lo que sería una flagrante violación a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales.
En el caso de los aspirantes de Morena pareciera que actúan de esta manera “porque pueden” y del Frente Amplio por México, “porque se me adelantan y si lo hacen ellos nosotros ¿por qué no?” llevando a millones de mexicanos a la confusión por una parte, pero por otra lo más grave, a la polarización en medio de acusaciones entre ellos y a los de enfrente.
¿Cómo confiar en quienes actúan bajo el principio de que “el fin justifica los medios”? y creo que antes que ser miembros (los menos) y simpatizantes (unos cuantos más) de un partido político, corriente, bando, o aspirante a un cargo de elección popular, deberíamos asumirnos como mexicanos que piden el respeto a la ley y exigir a todos que se pongan a trabajar en lugar de renunciar a sus cargos anticipadamente, primero salden cuentas y entreguen resultados antes de como changos ir por otra liana.
Antes que nada somos mexicanos y todos tenemos el mismo interés de ver un país mejor y esto no va a mejorar si seguimos con políticos a los que poco les importa no terminar sus encargos para “pedir licencia” con ganas de mantenerse ellos y sus grupos de poder subsistiendo de la nómina burocrática.
No permitir la polarización y exigir el respeto a los tiempos y a la ley debería ser el común denominador, de esa forma tal vez, y solo tal vez nuestra clase política dejaría de hacer los desfiguros tristes que vemos cada día.