México se encuentra en una situación político electoral sin precedente, hoy más que nunca la incertidumbre pesa entre una oposición resquebrajada, un partido en el poder cada vez más afianzado y las turbulencias generadas por el famoso Plan B de reformas a las leyes secundarias en materia electoral, resultado del berrinche de no haber podido incidir en una reforma constitucional.
Todo es un galimatías, que lamentablemente preocupa a un número muy reducido de mexicanos y que debería de teneros a todos más activos que nunca defendiendo los derechos que tenemos a la hora de elegir a nuestros gobernantes pero que tristemente ni siquiera esa gran mayoría está interesada en acudir a las urnas.
De esta manera tal parece que los partidos de oposición están preparándose para seguir administrando triunfos reducidos y derrotas anunciadas, mientras que quienes militan o simpatizan con Morena están más que puestos para mantenerse disfrutando de las mieles del poder, sin que esto signifique alguna mínima diferencia con quienes les antecedieron en el poder.
La inercias se mantienen, y es que en México no necesitamos reformas en papel, necesitamos reformas que nos lleven a ser más unidos, a luchar por nuestros derechos, a prepararnos más para emitir un juicio bien informado, sin embargo al voltear a ver hacia la población nos encontramos con un país dividido, polarizado, mal encausado y mal informado que mantiene a las mismas rémoras de nuestra nación ocupando puestos con el voto primario de sus estructuras y seguidores.
Polarización, división, carencia de perfiles y talentos, líderes huecos llenos eso sí de verborrea es lo que hoy tenemos en un caldo de cultivo de un desastre anunciado, yo no quiero que le vaya mal a nadie, pero me encantaría que todos en un mismo canal eligiéramos líderes de calidad y comprometidos con hacer de México un país grande.
Hoy más que nunca estamos, sin duda, en un río revuelto donde la ganancia es para un puño de pescadores, todos de la pésima clase política del país.
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