Política

King y Trump

Este 15 de enero se cumple el aniversario 95 del natalicio de Martin Luther King, asesinado a los 39 años de edad en Memphis, Estados Unidos, el 4 de abril de 1968.

Tanto Mahatma Gandhi como King, promotores ambos de la libertad y la justicia, los derechos y la No violencia, murieron violentamente, pero su lucha, convicciones y argumentos siguen vigentes.

Desde 1986 se celebra, el tercer lunes de enero, el Día de Martin Luther King. Casualmente, el tercer lunes de 2024, el 20 de enero, coincidirá con el comienzo del segundo gobierno de Donald Trump.

Martin Luther King pronunció memorables discursos en sus 13 años de vida pública, piezas que resultaron referentes retóricos desde entonces. Los más recordados son: “Tengo un sueño” y “He estado en la cima de la montaña”.

El 28 de agosto de 1963 dijo, ante unas 250 mil personas, en el marco de la Marcha sobre Washington por el Empleo y la Libertad: “Yo tengo un sueño, un sueño profundamente arraigado en el sueño americano, que un día esta nación vivirá verdaderamente de su credo: que todos los hombres han sido creados iguales…”

Como vecinos y socios comerciales de Estados Unidos, esperamos que a esa nación y a su próximo presidente les vaya bien, pero no deja de ser inquietante que, en su campaña electoral, Donald Trump haya dicho centenares de veces que los migrantes no autorizados son criminales, que son serpientes que muerden y que proceden de cárceles e instituciones mentales.

Dijo en la ocasión mencionada Luther King: “Yo tengo un sueño: que ese día en las tierras rojas de Georgia, hijos de esclavos anteriores e hijos de dueños de esclavos anteriores se podrán sentar juntos a la mesa de la hermandad.”

Sostuvo Trump en campaña que los migrantes indocumentados causan crímenes en ciudades santuario, que “casos aislados y trágicos demuestran que están matando a estadunidenses en masa”, y que “están robando las prestaciones públicas y puestos de trabajo”.

Yo tengo un sueño, siguió Martin Luther King: “que mis cuatro hijos pequeños vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de sus caracteres”.

Enfatizó el candidato Trump en su campaña del año pasado que construirá un muro en la frontera con México, que llevará a cabo el programa de deportación de migrantes indocumentados más grande de la historia y que buscará que los hijos de migrantes irregulares no puedan ser ciudadanos estadunidenses.

Yo tengo un sueño, dijo Luther King, “que los pequeños negros, niños y niñas, podrán unir las manos con pequeños blancos, niñas y niños, como hermanas y hermanos”.

Como presidente electo, Donald Trump ha reducido la dureza de su juicio retórico contra los migrantes, como si sus afirmaciones hubieran tenido solo propósitos electorales. Pero es claro que ganó la presidencia con ese discurso, lo que haría suponer que hay millones de estadunidenses que apoyan el rechazo a los migrantes, independientemente de su enorme aportación a la economía de Estados Unidos.

Por otra parte, el discurso vertebral de Luther King, un discurso de libertad, inclusión y defensor de derechos, ha seguido vigente en EU por más de medio siglo.

De alguna forma, ambas posiciones, una excluyente y otra incluyente, están presentes en el ánimo de una proporción relevante de la población estadunidense. Ojalá que en materia migratoria y otros ámbitos prevalezca la apertura, el respeto y la inclusión, como sello histórico de una nación que tradicionalmente ha defendido la libertad y la democracia.


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Mauricio Farah Gebara
  • Mauricio Farah Gebara
  • Especialista en derechos humanos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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