Política

El trabajo legislativo y su adecuación al siglo XXI

Las democracias, tales como las conocemos actualmente, son recientes. No podemos olvidar que hace 250 años solamente existían monarquías e imperios en el mundo. No había sistemas políticos en donde la gente pudiera votar por sus gobernantes. Era un sistema de élites.

El proceso legislativo, o parlamentario, data de por lo menos más de 2 mil años (algunos dirán que siglos). El antecedente más antiguo en mi opinión es el sistema político de Atenas, que a pesar de que era un gobierno de élites, se daba un trabajo legislativo colegiado donde todos los que cumplieran ciertos requisitos podían participar en el órgano colegiado, y el voto decidía los asuntos públicos.

Sin embargo, después de Atenas, así como otras ciudades Estado de Grecia y posteriormente en la caída de Roma en el año V d.C., el mundo occidental vivió una debacle con la Edad Media. Bajo una fuerte influencia del Vaticano se suprimió la investigación científica y el pensamiento libre, se justificaron las monarquías bajo la postura del “mandato divino”, y se establecieron dogmas.

Desde la Magna Carta de Inglaterra, que data de 1215, se establecieron las ideas revolucionarias de que el poder monárquico no debiera ser absoluto y podría ser limitado por un órgano colegiado llamado Parlamento. A pesar de que en la actualidad cada país le llama diferente (Congreso, Duma, Cortes, Parlamento, etcétera), la función principal de todos estos órganos es crear leyes.

El Congreso de la Unión de México tiene su fundamento en la Constitución Política vigente que se estableció un 5 de febrero de 1917 en Querétaro. Estos 136 artículos son la conciencia del pueblo mexicano. Reconocen nuestras garantías y establecen la estructura del Estado mexicano. Retoma las ideas de grandes pensadores políticos, principalmente Rousseau, Montesquieu y Locke. Es bicamaral y actualmente tiene dos periodos al año. Al igual que otros países, la dinámica ya requiere de cambios serios. Uno sumamente importante es aumentar la duración de los periodos. Es aberrante que tengamos sesiones con duración de seis meses y medio, y recesos con una totalidad de cinco meses y medio.

Esta situación atendió a una época donde los traslados eran muy largos y los legisladores requerían de estar en contacto directo por lo menos dos veces al año con sus electores. En la actualidad, los aviones permiten que todas las semanas podamos hacerlo, y requerimos mayor tiempo de sesiones en donde debatamos y adecuemos las leyes para que mejor sirvan a las y los mexicanos. Es hora de cambios y ya no postergar.

@CantuMauricio

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Mauricio Cantú
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