Justo la semana pasada expuse en mi columna el gran daño que nos ocasiona la contaminación ambiental (partículas PM2.5 y 10). Y hoy expondré en esta misma línea la problemática con el glifosato, así como el maíz transgénico.
Estos tres factores tienen dos denominadores en común. Todos son ocasionados por el ser humano, y todos son producto de un afán de riqueza sin importar la salud.
Desde la revolución industrial, que inició en Inglaterra en el siglo XVIII con la invención de la máquina de vapor, hemos avanzado a pasos exponenciales en nuestro conocimiento científico.
La vida se ha vuelto más cómoda al inventarse productos que nos facilitan la vida y ayudan a realizar diversas funciones que en otras épocas se empleaba mucho tiempo, solamente unos cuantos privilegiados podían acceder a ellas o simplemente no existían.
Pero una tendencia que se vio con el avance de esta revolución industrial fue la codicia desmedida en algunos por querer acumular la mayor riqueza posible sin importar las consecuencias de ello.
Por mucho tiempo millones morían por condiciones de trabajo infrahumanas, así como por productos peligrosos y alimentos sin regulación gubernamental o controles de calidad. Lamentablemente aún arrastramos esa tendencia de crecimiento económico a costa de todo.
La grave contaminación que vivimos en el Área Metropolitana de Monterrey, así como los alimentos y sustancias dañinas para la salud, son el reflejo de este pensamiento que expongo.
Recientemente, el presidente López Obrador publicó por decreto la prohibición del maíz transgénico para uso humano. Es muy lamentable que existiendo más de 80 variedades de maíz nativo en México se siga consumiendo maíz genéticamente modificado.
El mismo argumento está presente en el caso del glifosato. Esta sustancia utilizada como fertilizante tiene la ventaja de ser menos costosa que otras que no tienen un efecto adverso sobre la salud y sobre el medio ambiente. Mismo problema, querer maximizar utilidades sin importar efectos adversos.
El mundo nos ha dado muestras de las consecuencias de dinámicas económicas que no meten en la ecuación el impacto al medio ambiente y a la salud. Aprendamos de nuestros errores, no sigamos tropezando con la misma piedra.
@CantuMauricio