El agua es un derecho humano, un recurso imprescindible, que no se nos está garantizando en Nuevo León. El dato más negro del diagnóstico, así como del panorama a futuro, es el hecho de que las lluvias, o inclusive un huracán, no van a solucionar el problema, ni los cortes de agua.
La óptica extractivista, así como el mal manejo actual e histórico en Agua y Drenaje, creó una bomba de tiempo que ya estalló. La corrupción imperante en AyD, y la complacencia con la que operaba, provocó que gran parte del mantenimiento de la infraestructura se cobrara, pero no se realizara. También fallaron las inspecciones y acciones para detectar fugas por infraestructura vieja, mantenimiento nulo o deficiente, y tomas clandestinas.
En pocas palabras, no se han optimizado los recursos financieros, materiales y humanos con los que cuenta AyD, ni se ve la intención de hacerlo.
El día de ayer entró en vigor la Declaratoria de Emergencia por sequía en diversas cuencas de México. En NL, particularmente, se está sufriendo más que en otros estados, no porque la sequía sea más grave, sino porque aquí la administración del agua ha sido, y sigue siendo, de las más deficientes a nivel nacional.
La declaratoria, por sí misma, no va a solucionar el problema, pero es un paliativo para apoyar a la población nuevoleonesa en estos momentos de necesidad. Es por lo que mucho antes de que iniciaran los cortes de agua, hace más de medio año, presenté ante la Cámara de Diputados la Proposición con Punto de Acuerdo solicitando esta declaratoria de emergencia por parte de la Conagua.
El gobierno federal ya está destinando todo el apoyo posible para solucionar el problema. Se están aportando recursos por más de dos mil millones de pesos, adicionales al gasto ordinario, así como apoyo en capacitaciones técnicas, en personal federal y en la agilización de permisos hídricos.
La corrupción, aunado a la óptica de poner a los sectores agrícolas, ganaderos e industriales, por encima del consumidor, han hecho que en nuestro estado ya tengamos un problema que no se le vislumbra solución a corto plazo, ni con las lluvias.
El gobernador Samuel García lleva montando un esfuerzo mediático pidiendo que llueva, pero es más que obvio que la lluvia no solucionará el problema.
La única forma que se podrá solucionar va más allá de la construcción de presas o de acueductos para traer el agua de otros lugares. Esto ayudará, pero para sostener una población nuevoleonesa de 5.8 millones, y en aumento exponencial, se requiere construir un sistema hídrico de recirculación del agua.
No hay forma de vivir en una zona semidesértica con un sistema con infraestructura deficiente, tomas clandestinas, fugas de agua y uso indiscriminado sin diferenciar aquellos rubros en donde se puede utilizar agua tratada y aquellos en donde se deberá utilizar agua potable.
Asimismo, se requiere inversión, y fuerte. Los sistemas de captación de agua de lluvia, así como las plantas potabilizadoras, y el mantenimiento y modernización de equipos no saldrá barato. Le tenemos que entrar todos. Gobierno, agricultores, ganaderos, académicos, técnicos, expertos y las organizaciones civiles debemos cooperar y coordinarnos mejor.
Las cuestiones más trascendentales e importantes no tienen soluciones fáciles. O trabajamos coordinados, metódicamente, solidarios y con altura de miras, o todos nos hundiremos como sociedad. Si siguen imperando los egoísmos, el interés personal y las mezquindades, por encima del interés colectivo, no tendremos viabilidad como humanidad.
Mauricio Cantú González
Diputado federal, catedrático de la UNAM y maestro en Seguridad Nacional, así como en Derecho
@CantuMauricio