La elección de su nombre, por parte de Robert Prevost, quien hasta ayer fuera cardenal de Albano, y prefecto del Dicasterio para los Obispos en El Vaticano, tiene una fuerte carga social, lo que se espera será el sello de su pontificado.
Es inevitable traer a la memoria a León XIII, uno de los pilares fundamentales del Magisterio Social de la Iglesia, cuya encíclica Rerum Novarum, promulgada en 1891 sentó las bases para la Doctrina del catolicismo sobre la Cuestión Social.
Sabiendo leer los signos de los tiempos, León XIII alzó la voz sobre el plan de Dios en relación con la justicia social; reflexionó sobre la dignidad y derechos de los trabajadores, que se anteponen a las exigencias del capital, con lo que fijaba la moralidad de los salarios justos y el respeto a la libertad sindical.
Partiendo de las biografías de León XIV que se difundieron profusamente ayer el nombre es coherente con el perfil del nuevo Vicario de Cristo: un papa misionero, profundamente conocedor de los actuales problemas sociales.
En esta edición, Christopher Gómez cuenta cómo el nuevo Papa ha tenido inclusive experiencia con las realidades de las comunidades guanajuatenses de La Venta, El Ranchito y la zona centro de la cabecera municipal de Moroleón, en trabajos misioneros que realizó durante su labor como Prior General de la orden de los Agustinos.
León XIV se presenta como un pontífice con conocimiento de la burocracia vaticana, y las labores de la alta dirección de las congregaciones religiosas, pero también como un pastor con fuerte olor a ovejas.
Un perfil que, sin duda, conviene a la Iglesia actual. Y a juzgar por sus posicionamientos en redes sociales, será una voz firme que anunciará el Evangelio, a tiempo... ¡y a destiempo!
