La creencia de que los hombres sienten menos que las mujeres, no es necesariamente cierta; lo que sí es un hecho, es que sentimos diferente. Lo cierto es que el género femenino tiene una relación especial con el mundo emocional que se traduce en una mayor capacidad para el lenguaje, la memoria, la audición y la observación de emociones de los otros.
Resulta que las mujeres desde tiempo inmemorial, como establece Louann Brizendine, autora del libro El cerebro femenino, tenemos un desarrollo más importante de zonas cerebrales como el córtex cingulado anterior, el córtex prefrontal, la ínsula y el hipocampo, que se encargan de “sopesar opciones, procesar emociones, activar sentimientos viscerales —es decir, fuertes sensaciones físicas que se encargan de transmitir mensajes potentes al cerebro, las famosas corazonadas—, y registrar en la memoria momentos con una fuerte carga emocional. Los hombres, por su parte, tienen más desarrollada la amígdala, que es la parte más primitiva del cerebro; la que registra el miedo y dispara la agresión.
Es por esto que celebrando el Día de la Mujer, te recomendamos tres asanas para poder gestionar las emociones de mejor manera, para empoderar esas capacidades únicas, y para lograr el arraigo y equilibrio que evita desbalances en la energía emocional.

Para empezar Anjaneyasana, la postura de la Luna Creciente, es una asana de extensión y flexión que ayuda a abrir el pecho y las caderas, donde se acumulan las emociones no procesadas, y a estirar la parte posterior inferior del cuerpo.
Por su parte Utkata Konasana, la postura de la Diosa, es excelente para vencer los demonios internos. Además de abrir el chakra del corazón y estimular la circulación de la sangre, energetiza y empodera interna y externamente, ya que la fuerza física necesaria para mantenerla también tiene un impacto positivo en la mente. Asimismo aumenta el enfoque y la concentración, y ayuda a encontrar el equilibrio. Es una postura que conecta con la energía primordial femenina presente tanto en yoguis como en yoguinis.
Finalmente, Tadasana, la postura de la Montaña, desarrolla firmeza y estabilidad física y psíquica. A nivel emocional, permanecer firme en la postura cultiva la capacidad de ser testigo y observador atento, inalterable, más allá de la dualidad, tal como una montaña que permanece arraigada, imperturbable y estable aunque llueva, truene o relampaguee.
(Con información de nytimes.com, telva.com y milenio.com)