A través de los siglos la Humanidad ha sufrido a causa de la intolerancia; como mejor muestra, están aquellos acontecimientos derivados de la no admisión de otros credos religiosos que dieron lugar a tenebrosas instituciones que llegaron a usar instrumentos de tortura.
También las guerras han tenido su fuerte dosis de intolerancia y no se diga el rechazo a grupos de otro origen étnico que, por no ser iguales, fueron rechazados de manera inhumana, casi hasta el exterminio.
Nuestro país no ha estado exente de la intolerancia y la discriminación, que son primas hermanas.
En la actualidad y merced a las campañas electorales que de hecho ya empezaron ante una inexistente lucha interna por ser candidatos, hemos sido testigos de la polarización que nos provoca cuando expresamos una opinión sobre ellos.
Es sano que pensemos diferente, porque eso nutre la pluralidad. Las ideas opuestas ayudan a cuestionar nuestra propia visión, a veces la enriquecen, la nutren de argumentos o simplemente la mantienen. La clave es saber escuchar o leer y reflexionar sobre ello para dar un punto de vista respetuoso sin descalificar, insultar o borrar.
Por carecer de madurez y capacidad de reflexión, las personas caen fácilmente en la oposición abierta o velada contra quien piense o sea diferente, perdiéndose la oportunidad de enriquecer su desarrollo intelectual.
¿Cuántas buenas relaciones personales se han perdido a causa de la intolerancia? ¿Con qué ánimo se van a acercar los miembros de los partidos políticos unidos ahora en alianzas y frentes, cuando en el pasado cercano se han condenado unos a otros? ¿Podrán tolerarse entre sí por causa de un objetivo común?
La intolerancia también se da entre los políticos manipuladores y los de “pacotilla”, cuyo lema es “Si no estás conmigo… están contra mí”, porque ven en cada neutral o no declarado seguidor, a un virtual opositor a sus fines egoístas.
El rey de los intolerantes vive en la Casa Blanca . No quiere saber nada de los no “anglos”. A los mexicanos nos tiene como indeseables vecinos y sostiene una enfermiza opinión de nuestro vecinos centroamericanos.
Pero este hombre de ridículo peinado y negativa personalidad no ha descubierto que en su supuesta fortaleza está su debilidad… los verdaderos líderes son tolerantes.
