Serios barruntos de tormenta se ciernen sobre nuestro país, desde el momento en que se ha cumplido no la promesa, sino la amenaza de “no dejar ni una coma a la Reforma Educativa” que dejó el sexenio pasado.
En esta semana de septiembre de 2019, no sólo se recordó “El Grito”, sino que ahora se vivirá un grito de angustia y de manera permanente, por el futuro de la educación pública a raíz de las reformas efectuadas, incluyendo ya, las leyes secundarias aprobadas hace apenas unas horas.
Un grupo de profesores que representan menos del 15% del magisterio nacional, logró consumar el pacto con el presidente López Obrador; estos eternos agitadores que en lugar de especializarse en los modernos sistemas de enseñanza, lo han hecho en plantones. Se trata del CNTE, cuyo sistema de acción ha sido la contrarreforma de todo lo que se refiere a la mejora continua en la educación y que afecte sus privilegios.
Y es que ya no existe un Poder Legislativo que teóricamente representa la voz de los intereses del país, sino que ha surgido el Gran Legislador, es decir, dos poderes en uno. Es un enorme retroceso de la vida democrática cuyo sustento es la división de poderes.
El daño será irreversible porque ya no habrá incentivo en las generaciones actuales y futuras, por prepararse gracias al esfuerzo, la disciplina y el anhelo de triunfar como consecuencia.
Por acuerdo entre la CNTE y López Obrador, ya no habrá evaluaciones al magisterio que lo obliguen a nada.
Sólo serán mediciones con “carácter diagnóstico”, sin consecuencias ni obligatoriedad.
El sindicato decidirá, junto con el Ejecutivo, a quién se le entregan las plazas de maestros. Su reparto se hará mediante acuerdo de comisiones tripartitas: gobierno federal, gobiernos estatales y sindicato.
Ahora el CNTE podrá llevar a cabo basificaciones masivas, tal y como lo había venido exigiendo con plantones y bloqueos, sin pasar si quiera por la negociación tripartita. En Oaxaca, serán 15 mil. Los egresados de las escuelas normales no entrarán a exámenes para alcanzar la plaza. _
