El gobierno de México deberá enfrentar con talento y decoro las controversias anunciadas por Estados Unidos y Canadá para mantener la vigencia del Tratado de Libre Comercio, ante la negativa del presidente López Obrador de atender las peticiones de inversionistas extranjeros en energías limpias.
Si bien es cierto que el nuevo capítulo del T-Mec es una copia modificada del TLC, la realidad es que el mismo ha sido siempre desventajoso para nuestro país. Sin embargo, hay que cumplir con los preceptos establecidos so pena de ser sancionados con cantidades multimillonarias en dólares a las que en su caso, tendrían que ser resueltas por el Gobierno de la República, y no los particulares.
Hay que recordar que cuando se firmó el antecedente del T-MEC, -ya en las postrimerías del poder del entonces presidente Carlos Salinas, entregó prácticamente todo a estadounidenses y canadienses con tal de que México fuera incluido en ese convenio comercial.
Hoy la realidad es otra y los industriales, ganaderos, comerciantes, dueños de camiones y trailers mexicanos, entre otros, han sufrido en carne viva, el desdén de sus contrapartes de los países del norte de nuestra República.
Sin embargo, en este día, no podemos soslayar olvidar que el conflicto es otro, debido a la tozudez del presidente López Obrador, de permanecer con las llamadas energías limpias antes que la refinación de gasolinas o generación de energía eléctrica, que quiera o no el presidente de la República, son hasta nuestros días, las energías por excelencia.
De no llevarse a cabo foros de consulta o también, acceder a arreglos transparentes con los canadienses y estadounidenses, la sangre puede llegar al río e incluso el capricho le podría costar a México más de 35 mil millones de dólares en multas y liquidaciones que deberán cubrirse por las demandas de los otros dos países incluidos en el T-MEC.
Lo que sí deberá dejarse en claro es que México no ha sido favorecido con el nuevo Tratado de Libre Comercio, por los arreglos ya referidos de Carlos Salinas y que dieron al traste con muchas empresas paraestatales que tuvieron que ceder sus fabricaciones y catálogos porque fueron desarticuladas por el capricho del otrora presidente de México.
No hay que olvidar que el propio Salinas de Gortari desmanteló el sector energético y en particular las refinerías que producían entonces gasolinas y diesel en diversas partes de la República, como en Poza Rica, Ciudad Madero, Salamanca, Cadereyta, para atender el mercado nacional.
A partir de qué se vislumbró el TLC, Salinas ordenó a Pemex desmantelar las refinerías para que entonces se le mandara el petróleo crudo a Estados Unidos y lo regresaran refinado en gasolinas, Premium y Magna, en donde México dejó de percibir multimillonarios dividendos.
Y como los estadounidenses y canadienses se han unido para sacar el mejor provecho de las exportaciones mexicanas, como el petróleo y las legumbres que se cosechan en diversas partes de la geografía nacional, en ese campo también México se ha visto desfavorecido desde hace más de 25 años, porque el TLC nació de hinojos para los mexicanos, ante la entrega de Carlos Salinas.
Empero, en la nueva versión del T-MEC, el presidente López Obrador tuvo de frente la oportunidad de modificar o bien protestar por lo desventajoso de dicho convenio comercial, que no ha sido de ninguna manera benéfico para inversionistas como para comercializadores .de la innumerable lista de productos que se exportan a las multinacionales naciones, pero con muchas restricciones.
Por ello será importante que el gobierno federal encuentre las fórmulas adecuadas para que México no sea sancionado tanto en los tribunales de los dos países del norte, así como en los internacionales, si es que no se llega a un acuerdo de trascendencia como el rubro energético, en el que nuestra nación tiene desventaja porque el propio presidente no ha querido que nuestro sector energético se mantenga con proyectos que en la actualidad ya son arcaicos.
El tiempo no puede detenerse y a pesar de la burla que respecto al controversial tema hizo el miércoles pasado el presidente López Obrador al referirse tanto Estados Unidos como a Canadá, con el fondo de una canción del desaparecido Chico Che, cuyo estribillo reiteraba, “uy que miedo, México tendrá la obligación de responder con satisfacción a sus socios comerciales.
Hoy sí, no como acostumbra el Jefe del Ejecutivo federal, deberá tomar las cosas muy en serio, precisamente para no caer en desacato ni tampoco para darle armas a sus enemigos, con tal de que no se salgan con la suya.
Aún hay tiempo para reflexionar y resolver en tiempo conforme a derecho.
El balón aún está en cancha mexicana. Depende de la habilidad que al respecto le imprima el mandatario mexicano. Hoy sí tendrá que hacer caso omiso a sus bromas y permanentes burlas, si de verdad no quiere ser demandado ante las Cortes Internacionales, donde por lógica, “el pato” tendría que ser pagado por el gobierno de México, léase también por los más de 126 millones de mexicanos que somos en la actualidad.
Marco Antonio García Granados