A un año de que concluya su administración, -censurable para unos y “la mejor” para sus aliados- el presidente López Obrador aprovechará los próximos 365 días para reiterarle a los mexicanos que nadie más que él manda en Palacio Nacional.
Porque el poder omnímodo que ha ejercido a partir del 1 de diciembre de 2018, cuando protestó como Jefe del Ejecutivo federal, no está en duda. Al contrario. En estos 5 años de su régimen ha clarificado que sólo sus designios son los que cuentan.
Por ello, sin duda, a pesar de haberle “entregado” el báculo del poder a Claudia Sheinbaum y reiterarle que “ella es la del poder”, el tabasqueño no soltará ningún hilo de la madeja llamada México que tendrá en sus manos hasta el momento de la partida.
Permanecerá en visitas constantes a Quintana Roo, Yucatán y Campeche para supervisar su obra insignia: el Tren Maya hasta que éste circule por los más de mil 500 kilómetros que tendrá de trayecto.
Asimismo, estará en Oaxaca, en la región del Istmo de Tehuantepec, para aplaudir otra de sus realizaciones sexenales: el Tren Transístmico, un ambicioso proyecto que redefine la conectividad en México.
Y según dichos de expertos en la materia, transformará el panorama del transporte en el país, ya que las costas del Pacífico y el Golfo de México operarán por medio de esta moderna infraestructura ferroviaria que impulsará el comercio y agilizará el movimiento de mercancías a lo largo de esa ruta estratégica.
Por supuesto, el punto neurálgico del término de su sexenio que no ha abandonado ni lo hará sin importarle el costo que arroje y que preside desde que asumió el poder de la República: jefe supremo de la campaña de su candidata para sucederlo.
De ahí que desde aquel 1 de diciembre de hace 5 años, Andrés Manuel no ha cejado en ser el mandamás, el diseñador, vocero y guía moral de su partido, Morena, que seguirá al ritmo que le ha delineado a su arbitrio y capricho.
En este último año, el también mandatario buscará antes de irse, nuevas formas de acusar y denostar a sus detractores, a quienes ha intimidado y desacreditado desde su trinchera, la mañanera, que convirtió en su propio Coliseo Romano y que lo mismo ha echado a las fieras a sus censores o descalificado por su juicio muy personal y con sus otros datos.
De lo que sí no se desprenderá hasta el final será de ese poder que añoró, acarició y disfrutó desde la primera derrota en los comicios del 2006, en el que culpó y desacredita hasta hoy a Felipe Calderón, presidente de México del 2006 al 2012.
Así transcurrirá el último año de su mandato. Podría haber alguna sorpresa en caso de que no refrendara el triunfo en las urnas el próximo 2 de junio del 2024, día D para pretender permanecer tras el trono de su imposición. Solo falta menos de 9 meses para que ello acontezca. Al tiempo.
Notas de Trascendencia
Al inscribirse como candidato a la Gubernatura de Jalisco por Morena, Marco Antonio Pérez Garibay, diputado federal de la LXV Legislatura, aseveró que tiene todas las posibilidades de ser nominado primero, abanderado oficial y después, gobernador de Jalisco.
Su interés en la política comenzó cuando entabló amistad con Felipe Calderón y el propio Andrés Manuel López Obrador, quien lo invitó a formar parte de la cuarta transformación.
En 2015, Antonio Pérez tuvo su primera contienda. Buscó la alcaldía de Guadalajara con Nueva Alianza, y aunque no ganó a partir de entonces se mantuvo en la política como un buen y digno representante. Enhorabuena.