La reciente urgencia expresada por empresarios del sur de Tamaulipas para modernizar el transporte público, con casi la mitad de las unidades fuera de circulación, pone en el centro del debate un tema crucial: la movilidad urbana.
Esto, dado a que la reforma a la Ley de Movilidad del estado, aprobada en junio de 2025, apuesta por vehículos eléctricos y una planeación integral, lo cual es un paso positivo hacia la sostenibilidad y una motivación más por encaminar a Tamaulipas a ser una entidad que apuesta por la seguridad vial.
Sin embargo, esta modernización no debe limitarse a renovar autobuses o introducir tecnología; es una oportunidad para replantear el modelo de movilidad en Tamaulipas y priorizar la movilidad activa –caminar, usar la bicicleta y otros medios no motorizados– como pilar de un sistema más humano, inclusivo y saludable.
Por ello, la situación actual del transporte público en Tampico, Ciudad Madero y Altamira (aunque se encuentran así todos los municipios), revela una crisis de eficiencia: unidades obsoletas, tiempos de espera prolongados y una red que no responde a las necesidades de una población en crecimiento.
La propuesta del Bus Rapid Transit (BRT) en la zona sur es un avance en Tamaulipas, donde el urbanismo desordenado y la dependencia del automóvil han dominado cómo se hace ciudad. Así que, integrar la movilidad activa en la modernización es urgente.
Pero hay un problema: la Ley de Movilidad reformada menciona la sostenibilidad, pero carece de metas claras para infraestructura ciclista o peatonales. Ciudades como Ciudad Victoria y Nuevo Laredo han invertido en pavimentación y plazas, pero los esfuerzos son fragmentados y no priorizan al peatón o al ciclista.
Por ejemplo, la rehabilitación de vialidades en Nuevo Laredo, entregada en octubre de 2025, mejora el flujo vehicular, pero no se menciona la creación de ciclovías o aceras accesibles.
Esto refleja una visión anticuada que privilegia el automóvil sobre las personas, ignorando que el 40% de los traslados en zonas urbanas de Tamaulipas se hacen a pie o en bicicleta, según datos del INEGI.
La modernización debe ir acompañada de políticas audaces: redes de ciclovías protegidas, cruces peatonales seguros y campañas de educación vial. La experiencia de ciudades como Bogotá, con su Ciclovía dominical, demuestra que invertir en movilidad activa no solo descongestiona, sino que transforma la calidad de vida.
En Tamaulipas, el gobierno debe comprometerse con presupuestos específicos para estas infraestructuras y garantizar su mantenimiento. Además, la participación ciudadana es clave: las necesidades de los usuarios –especialmente de grupos vulnerables como personas con discapacidad– deben guiar la planeación.
Aunque es un gran avance, para resolver los problemas de movilidad, no basta con autobuses eléctricos o estaciones modernas; la verdadera modernización pondrá a las personas en el centro. Tamaulipas tiene la oportunidad de ser un referente en movilidad activa, pero requiere visión y voluntad política para romper con el pasado automovilístico y construir ciudades para todos.