con poco más de 271 defunciones por accidentes de tránsito en el 2017 (cifra que ha ido en aumento), Culiacán es la ciudad con mayor inseguridad vial del Estado de Sinaloa, y una de las principales a nivel país, de acuerdo al Informe sobre la Situación de la Seguridad Vial, México 2018, elaborado por el Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (STCONAPRA).
De las 745 muertes por siniestros viales registrados durante el 2017 en Sinaloa, el 62.9% ocurrieron en el Municipio de Culiacán, de las cuales 54 fueron de motociclistas, 64 de peatones, 1 ciclista, 19 de ocupantes de vehículos, y el resto, no se tiene registro.
A pesar de las preocupantes estadísticas en las que se encuentra la ciudad, el pasado 16 de febrero la empresa de Uber dio a conocer el servicio de viajes en moto en la capital sinaloense y en Mazatlán, con costos que rondarán en promedio los 30 pesos a quienes decidan moverse de esta forma.
Quiero pensar que, ni la empresa, ni las autoridades logran dimensionar la amenaza que representará para los sinaloenses el tomar esta decisión tan equivocada, aunque me parece más un caso de negligencia por ambas partes, ya que los datos ahí están al alcance de ellos y de todas y todos para su estudio, sin embargo, abordaré en este texto algunos puntos para darles una idea de lo que me refiero.
En primer lugar, porque en Sinaloa el índice de motorización de este tipo de medio de transporte es ya alarmante pues va en aumento, especialmente en las periferias de las ciudades sinaloenses, donde se concentran las personas que lo utilizan para realizar sus viajes cotidianos, ya que hablamos de un medio más económico que el vehículo privado y más rápido que el transporte público, la bicicleta o caminar, convirtiéndose en una opción para la población cuya vivienda se encuentra alejada de los centros urbanos.
Respecto a lo anterior, curiosamente es un fenómeno que se da tanto en Culiacán como en Mazatlán: las viviendas con mayor posesión de motocicletas se encuentran principalmente en la periferia, zonas donde también se observan los mayores rezagos y mayor grado de marginación urbana (buen lugar para conseguir “socios” conductores, ¿no creen?).
Esto debería preocuparnos a todas (sobre todo a quienes viven en ciudades donde la motocicleta ha ido ganando terreno gracias a las desigualdades que existen), puesto que el uso de la moto como medio para viajes cotidianos (ir a la escuela o el trabajo) ha ido incrementándose, desplazando a medios como la bicicleta, lo cual es seguro que irá en aumento al incentivarse la compra de motocicletas con la llegada de Uber moto.
Que se incrementen las motocicletas en la calle no solo representa un problema para quienes se mueven en ellas, puesto que ya hablamos de cuántos motociclistas mueren aproximadamente al año en Culiacán, sino también para los demás usuarios de la vía pública, principalmente para los que ya son vulnerados: peatones y peatonas, ciclistas y usuarios y usuarias del transporte público, haciendo que empeore la seguridad vial del Estado.
Y ni hablar de lo que esto va a provocar en la calidad del aire y el medio ambiente, por eso espero que, antes de que lo que muchas y muchos tememos que ocurra en estas dos ciudades sinaloenses y en las que Uber decida implementar este servicio, es urgente que la empresa y las autoridades de los tres niveles de gobierno se den cuenta de las externalidades negativas que Uber moto puede traer a la sociedad. Por favor, no se equivoquen.
