Política

Crimen “orcanizado”

En los últimos meses, las redes sociales se han llenado de “memes” y videos virales protagonizados por una orca a la que nombraron Gladis, quien ha ganado popularidad por sus ataques a embarcaciones en el Estrecho de Gibraltar, sobre todo, porque no lo hace sola, sino que trabaja en equipo de manera organizada, o, mejor dicho, “orcanizada”.

La especulación sobre los motivos detrás de los ataques de Gladis y su manada, ha llevado a hipótesis que sugieren que esto podría ser una respuesta de venganza, mientras que otras plantean la posibilidad de un comportamiento defensivo basado en un trauma relacionado con un barco.

Es importante destacar que, de acuerdo con especialistas en vida marina, las orcas son conocidas por su inteligencia y capacidad de memoria, y suelen vivir en manadas lideradas por machos aunque, en este caso, Gladis parece estar respaldada por un grupo de orcas hembras, lo cual es una situación inusual.

Sin embargo, centrarse únicamente en la respuesta de este animal marino puede desviar nuestra atención del verdadero problema: el daño que la población con mayor poder adquisitivo y sus navíos están causando al medio ambiente y al ecosistema de Gladis.

La realidad es que los incidentes de ataques a dichos yates no son un fenómeno aislado. Se han registrado casi 500 interacciones entre las orcas y las embarcaciones en el área. Estos ataques tienen un patrón común: los animales rompen los timones de los barcos, dejando en claro que reaccionan a la presencia de los barcos, posiblemente en defensa de su hábitat.

De ser así, entonces ¿quiénes son los verdaderos responsables de estos ataques? ¿Los que invaden y quienes permiten la invasión del hábitat de las orcas y causan un impacto negativo en el medio ambiente? ¿O la especie que quizá busca defenderse de algo que quizá en el pasado les provocó un daño físico y que su impacto ocasiona importantes degradaciones a su entorno?

La hipótesis de que las orcas ven estos ataques como un juego refuerza aún más la idea de que su comportamiento es una respuesta a la presencia constante y perturbadora de los yates.

Personalmente creo que es indignante que la élite vea el océano como su patio de recreo privado, sin considerar las consecuencias para la vida marina y el medio ambiente.

Por lo que la situación plantea un dilema ético preocupante: si los ataques de las orcas se vuelven más violentos en el futuro, ¿cuáles serán las medidas adoptadas para controlar la situación?

Es importante recordar que esta subespecie de orcas ya se encuentra en peligro de extinción, así que la protección de estas criaturas marinas debería ser una prioridad, en lugar de buscar formas de suprimir su comportamiento natural.

Es alentador ver que la historia de Gladis ha generado conciencia sobre la importancia de respetar el entorno natural y la vida marina. Sin embargo, no debemos quedarnos solo en los memes y las comparaciones cómicas. Debemos tomar acciones concretas para abordar el problema de fondo: el daño ambiental causado por una minoría privilegiada y sus embarcaciones.

Es hora de que la élite asuma su responsabilidad y tome medidas para reducir su impacto en el medio ambiente marino, empezando por las autoridades que son quienes debieran estar regulando estas prácticas.

Aprovechemos el ejemplo de Gladis y su grupo para exigir un alto a la degradación de nuestros océanos solo por diversión de unos cuantos, antes de que sea demasiado tarde.


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Marcela Brown
  • Marcela Brown
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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