En estos tiempos de crisis de valores, crisis de la familia e incluso crisis de liderazgo nos llenamos de incertidumbre; los tiempos no son buenos, todo está contaminado de pesimismo, un pesimismo cultural que nos puede hacer perder la esperanza.
A pesar de todos los absurdos, sinsabores, miedos y ansiedades tal parece que la mayoría aún confía en la bondad fundamental de la vida.
Se levantan en la mañana, se disponen a trabajar, luchan y afanan por su familia, procuran vivir con decencia, tienen buena voluntad y aceptan sacrificios por valores que realmente les importan.
Por todo ello, habrá que abrir espacio y tiempo a lo más noble y humano, incluso hay lugar para el buen humor y el sentido de celebración.
Por medio de las fiestas y las celebraciones las personas rompemos la monotonía de lo cotidiano, abrimos espacio y tiempo para respirar holgadamente y vivir la alegría de compartir y estar juntos en amistad, sentarnos a la mesa, comer, beber y reír.
Al celebrar, más allá del sentido práctico de satisfacer el hambre y la sed, tiene la finalidad de gozar del encuentro y festejar la amistad.
En la fiesta, las personas que celebran, cantan y ríen experimentan juntos el mundo reconciliado consigo mismo, aunque sea por un espacio breve de tiempo.
La vestimenta para la ocasión, el baile y la música, las atenciones y la amabilidad son parte del ambiente de fiesta.
Mediante estas cosas las personas afirmamos la confianza en la armonía y los valores del compartir.
Tener buen humor y disfrutar las celebraciones es tener capacidad de experimentar un sentimiento de alivio ante las limitaciones de la vida y hasta de las propias tragedias.
Por eso podemos sonreír y tener humor por encima de la violencia, la inseguridad y las finanzas en crisis.
Solamente si somos capaces de relativizar las cosas, por muy serias que estas sean, podemos tener buen humor y celebrar.
El humor y la fiesta revelan que hay siempre una reserva de sentido que nos permite vivir y sonreír.
Posadas, Navidad, año nuevo, cumpleaños, aniversarios, conclusión de estudios, reencuentros y las fiestas patrias, los nacimientos, las bodas, bautizos… todas son circunstancias humanas que se vuelven motivo para celebrar, festejar, vivir el buen humor y la alegría.
Son las oportunidades para recuperar lo humano, reconciliarnos, aliviarnos de la pesadumbre e incertidumbre y renovar nuestra confianza, recuperando energías desde la vivencia profundamente humana del compartir.
Así que viva la fiesta.
luisrey1@prodigy.net.mx