Tres conceptos me vienen a la mente: competencia, eficacia y consumismo parecen ser las directrices sociales a tener en cuenta para que un individuo sea exitoso.
Cuando pienso en Competencia: pienso en pugna, lucha, antagonismo. Cuando pienso en Eficacia: pienso en ser capaz, competente, útil, dispuesto y dinámico. Rendir bien, trabajar y producir bien.
Es necesario hacer lo que se aprendió de la mejor manera posible, responsablemente.
Pero cuando este valor se convierte en el centro o toma un lugar privilegiado en nuestras vidas, nos convierte en los nuevos esclavos del trabajo u ocupación.
Cuando pienso en Consumismo: vienen a mi mente palabras como Gastar, agotar, extinguir.
En el sistema familiar, el tiempo de los intercambios interpersonales y el espacio para el encuentro y la conversación han cambiado.
El aumento de información ha aumentado considerablemente.
Por ello hoy, más que nunca se hace necesario rescatar y re-aprender con los niños y adolescentes, el valor de la palabra. La palabra dicha a tiempo.
Deberíamos convertirnos en los guardianes de la palabra. De la palabra con sentido, con valor y con responsabilidad de querer cumplirla.
"Ser sujeto", ser uno mismo" y ser con el prójimo se presenta bajo formas muy diferentes de las que fueron para las generaciones anteriores.
Hoy es necesario rescatar la congruencia personal, o intentar ser siempre genuinos, evitar ser afectados, simuladores o simplemente guardar las apariencias, pues tengo la impresión que, hoy más que en otros tiempos, hemos perdido la ingenuidad y la transparencia,
Hoy, más que en otros tiempos, las personas se consumen a si mismos quedando despojados y en soledad confundidos con el tener.
La maquinaria toma su impulso a partir de tres resortes permanentemente tensos: el deseo de tener, (competencia) que se propaga por mimetismo; el rendimiento, (eficacia) que permite compararse con los otros y al mismo tiempo singularizarse y la libertad de ser uno mismo, teniendo todo lo que puedo. (consumismo)
Finalmente, el pensar, meditar, conversar auténticamente siendo nosotros mismos; leer, pasear, jugar con los niños; educar a una mascota, salir de excursión, escuchar buena música, compartir y buscar sinceramente la amistad son actividades fuera de la competencia, la moda, el consumismo y fuera de la exigencia de la eficacia… Ahí hay que ser genuinos y divertidos, y eso… no tiene precio.