Los hijos deben mostrar respeto por sus padres... de lo contrario recibirán una reprimenda. Los empleados deben ser serviciales con sus jefes... de lo contrario podrían perder sus empleos.
Los vendedores deben mostrarse cordiales con sus clientes... de lo contrario no lograrían sus comisiones.
Pero no se insiste tanto en que los padres sean corteses con sus hijos, los jefes sean cordiales con sus empleados... o que los clientes lo sean con quienes les brindan servicio.
¿Por qué practicamos una "cortesía ascendente", dirigida únicamente a quienes están "por encima" de nosotros, por temor obediencia o interés?
Algunas personas piensan que una actitud prepotente es índice de autoridad y poder.
Así, maltratan a otros sólo para satisfacer su ego o para gozar de la breve excitación que esto les produce.
Por lo general, el efecto es contraproducente: se les señala como personas groseras y carentes de educación.
Su vanidad personal les impide adaptarse y tener la posibilidad de relacionarse positivamente con los demás.
Todo esfuerzo por darse importancia disminuyendo la importancia de los demás siempre fracasa.
Nuestra actitud hacia las personas es la clave. Somos responsables del trato que recibimos. El "arte de tratar bien" demuestra en sí mismo la sabiduría, dominio y confianza de quien lo practica.
Reconociendo la importancia de otro ser humano, afirmamos nuestra propia importancia.
El cliente que muestra consideración por las personas que están a su servicio, siempre consigue lo que necesita.
El vendedor prestará servicio a un cliente -por más arrogante o despótico que éste sea- porque es su deber.
Pero, frente a un cliente amable o considerado, se esforzará por darle lo mejor: lo hará con placer y no sólo por deber.
Mostrar consideración y ser corteses, no nos hace más pequeños o menos importantes.
La cortesía es un valor que va mas allá de la posición que ocupamos, la cual siempre es relativa y no nos define como seres humanos.
Al reconocer en los demás su importancia como individuos no amenazamos nuestros propios intereses, sino que los aseguraremos.
Al cabo de un tiempo la cortesía se vuelve un hábito positivo que se transmite en todas direcciones: desde y hacia nosotros.
No solo practiquemos la cortesía con los hijos, con los que trabajan para nosotros, seamos corteses y amables, de manera genuina, ello nos dará mayor satisfacción y ganaremos respeto.
luisrey1@prodigy.net.mx