Terminaron los que ha sido, muy probablemente, los mejores Juegos Olímpicos de la historia.
Al igual que el espectáculo que dio comienzo a los Juegos, el del cierre no ha querido dejar atrás el sentimiento francés, muy presente en cada uno de los escenarios creados para la ocasión, con su música y en los videos que mostraban el skyline de la ciudad de luz (y del amor).
El “Golden Voyager”, ese ángel dorado caído del cielo que viene del futuro, ha sido el punto de quiebre de la ceremonia y un juego de doble sentido francés e inglés, ofreciendo desde ese momento el enlace entre Francia y Estados Unidos, entre París y Los Ángeles.
Pudimos apreciar un espectáculo teatral de casi tres horas, en el que han participado un montón de artistas, con un show lleno de agradecimiento a los de los Juegos Olímpicos.
Sin duda, un homenaje de una ciudad que se ha entregado por completo al evento deportivo internacional más importante y ha sabido dejar a un lado ese ambiente pesimista que sobrevolaba Francia, con esa “tregua olímpica” bautizada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
La clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024 apaga el más importante de los símbolos: la llama olímpica.
Nada menos que símbolo de la entrega del fuego a los mortales, como bien cuenta la mitología griega.
Desde Berlín 1936, el fuego viaja de mano en mano hasta encender otro símbolo del olimpismo, el pebetero, que en estos últimos juegos ha sorprendido al mundo.
El pebetero de París ha sido la primera llama de la historia sin, valga la redundancia, fuego, y ha mostrado que el espíritu olímpico no lo porta el fuego, ni el calor que desprende, ni su pureza, sino la luz que emite.
Nunca debemos olvidar que las normas de estos juegos se basan en los valores universales del juego limpio, el respeto y la amistad y se reconocen en todo el mundo.
En nuestro mundo globalizado, el deporte tiene un poder único para reunir a las personas.
Los Juegos Olímpicos nos dan la esperanza de que es posible un mundo mejor, porque son un ejemplo de la búsqueda de la paz mundial.
Ha habido muchos Juegos Olímpicos inolvidables. Los de París bien pueden ser los más inolvidables de la historia.
París es y será la tierra de la libertad.