Definidas las reglas, inicia la conflagración. Pierde el primero que se enoje.
Changoleón: “¿Qué se siente ser parte de un partido en agonía y saber que tú serás juzgado como su sepulturero?”
Conductor (sorprendido): “Méndigo Noroña saliste con todo: ¡perro!” Alito ya estás colorado, carnal. ¿Estás bien?”
El Fajador (no responde): “¿Qué se siente saber qué has construido tu carrera política con pura retórica: provocaciones, insultos y amenazas?
Eres un político mediocre sin resultados en su trayectoria y qué ha caminado oliéndole el trasero a sus superiores para llegar al poder”.
Changoleón (empieza a bufar como gato asustado): ¿Qué se siente saber que el bótox que te pones en tu rostro no es de Paris, como imaginas, sino del barrio bravo de Tepito?
Y está hecho de orines de gatos callejeros y ratas despanzurradas. Por eso, te miras, cada vez, más grotesco”.
Conductor (en silencio, pela los ojos detrás de sus lentes oscuros).
El Cuyo Hernández Moreira hace señas al Fajador, Éste no lo voltea a ver. El mánager de Noroña no se inmuta: continúa tomándose “selfis”.
El Fajador (bufa como toro embravecido): ¿Qué se siente saber que cuando fuiste diputado plurinominal por el PRD (2009-2012), al terminar tu período, el Congreso tuvo que limpiar tu oficina de tonelada y media de basura que incluía fotografías de tu abuelita y de AMLO (a los que decías tanto querer), los tres únicos cambios de ropa que usaste durante tres años, decenas de iniciativas de Ley incompletas, recortes de periódicos, revistas pornográficas (algunos aseguran), libros marxistas y decenas de tus calzones flameados y tus calcetines rotos del dedo gordo?
Changoleón (empieza a lagrimear). El conductor interviene: “creo que ya fue suficiente. Sí quieren le paramos aquí y le entrego 2 mil pesos a cada uno.
¿Cómo ven?
El Fajador con los ojos rojos de rabia, grita: “¡Ni madres! Apenas estamos empezando.
Qué se armen los pinches chingadazos. Porque al final, como el teniente Harina, quiero bailar un cumbión bien loco. ¡Ay, Papantla tus hijos vuelan!”
La pequeña multitud aplaude a “El Fajador” y al mirar al Changoleón, empieza a corear: ¡quiere llorar! ¡Quiere llorar! ¡Quiere llorar!