Es julio de 2024: Morena afirma la transexenalidad de la 4T.
Para ese momento: ¿cuál será el grado de solidez institucional de esos organismos constitucionales autónomos -no subordinados a los poderes tradicionales del Estado- para ejercer un contrapeso al poder Ejecutivo?
Tres elementos juegan en su contra: (1) La concentración autocrática -y creciente- del poder en la persona de AMLO.
(2) El asumir que el Estado es él; sin enramado institucional que lo soporte o, en su defecto, le sirva de contrapeso.
(3) Y, finalmente, su férrea convicción de que esos organismos son corruptos u aliados de sus enemigos neoliberales; por lo cual, atacará su credibilidad ética y política de manera sistemática en sus Mañaneras.
Y en el Congreso, a la par, reducirá su presupuesto para debilitarlos.
En 2021, ¿cuál es el estatus de autonomía e institucionalidad de esos organismos autónomos?
La 4T ya tiene bajo su control al Banco de México, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el INEGI, el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social y la Fiscalía General de la República.
Desapareció el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación.
Y sí pasa la Reforma Eléctrica, también desaparecerá la Comisión Reguladora de Energía
En enero 9 de 2021, AMLO amenazó con integrar el Instituto Federal de Telecomunicaciones a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes; y el INAI, a la Secretaría de la Función Pública.
Con marcado desdén de la 4T por establecer una alianza estratégica con el empresariado -nacional y global- para fortalecer el desarrollo económico de México; ¿qué destino tiene la Comisión Federal de Competencia Económica?
Con una evidente despreocupación por la transparencia y la rendición de cuentas; ¿qué futuro tiene el INAI?
Con una flagrante indiferencia por impulsar una democratización plural y diversa en el país: ¿qué destino tiene el INE?
Lo dicho: con la 4T, los organismos públicos autónomos en México caminan hacia su extinción. Su funeral inicia a partir de 2024.
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