Ninguna de esas becas morenistas impactó en el reclutamiento de jóvenes por el crimen organizado: Sebastian Lukács Gorka, director antiterrorismo del Consejo de Seguridad Nacional Casa Blanca, aseguró en septiembre pasado que “más de 500 mil ciudadanos mexicanos trabajan para los cárteles, en muchos casos, bajo presión”.
¿Están conscientes esos morenistas -al igual que los priistas y los panistas- de las opciones de futuro tan reducidas que esos jóvenes marginales tienen y que ellos, cómo políticos desde el poder, asfixiaron por generaciones en su afán por reducirlos a mercancía electoral?
Para abrir boca: hoy, más de 250 millones de niños viven en zonas de conflicto, y cada día, 5 son reclutados como soldados (UNICEF, 2024).
De esta manera, “México incumple en su deber de proteger a la niñez del reclutamiento forzado” (REDIM y UNICEF: 2025)
Pasemos ahora a pensar en los destinos de esos 20 a 25 millones de jóvenes (entre 12 y 29 años) que viven en algún grado de pobreza (cerca del 45-50% de la población juvenil en México) (INEGI y CONAPO: 2022).
En el mejor de los casos, ese joven (mujer u hombre) puede emplearse en la economía formal, maquiladora o empresa, para mantenerse con lo mínimo.
En el caso más común, podrá trabajar en la economía informal, como albañil, plomero, herrero, carpintero, vendedora en una tienda, etcétera., para sobrevivir al día.
Muchas otras mujeres jóvenes, sin embargo, podrían tener un embarazo temprano no deseado: vender contenido y/o prostituirse a través de las redes sociales; trabajar como meseras en una cantina y/o bailar en un “table dance”; consumir drogas u alcohol en exceso y eventualmente ligar sus servicios y su juvenil belleza a un narco y, llegar a ser parte de la trata de mujeres ligada al crimen organizado.
En el caso de los hombres jóvenes, éstos inician como padres precoces -muchas veces irresponsables-, con fuertes tendencias a las adicciones y al abrazo fuerte al crimen organizado.
Por décadas el Estado mexicano abandonó al joven marginal y nunca lo integró de manera plena, no electorera, a la sociedad.
Por ello, hoy no puede sorprendernos que existan decenas de miles de adolescentes, como Víctor Manuel Ubaldo Vidales, que ante el fracaso rotundo de las políticas públicas federales y estatales, hayan elegido el sicariato como la única opción de vida posible para dar significado y visibilidad -efímeros- a sus vidas, en este país.
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