Es increíble nuestra afición.
Hace muchos años, cuando yo presidía los Tigres, que me tocó hacer nacer en Primera División, se hizo un estudio en Brasil de productividad en los días lunes, en las diferentes empresas que había en Sao Paulo y se demostró que esta fórmula productiva cambiaba mucho cuando el equipo era derrotado, y aumentaba cuando era triunfador. Eso quiere decir que la presión psicosocial de la derrota repercute en todos los aspectos de la vida social e individual.
En el Área Metropolitana de Monterrey se creó “la mejor afición de México” y eso fue producto de que el licenciado Alberto Santos, del Monterrey, y yo, de Tigres, nos pusimos de acuerdo en jugar a la misma hora y hacer ruido en los medios de comunicación para generar lo que se llama el Clásico, que ya tiene 130 ejemplos de lucha entre los dos equipos y obviamente también puede repercutir en la vida familiar e individual, con depresión, ansiedad, alcoholismo, drogadicción, etcétera, de acuerdo a los resultados.
Por eso hay que apoyar estos eventos cuidando que no caigan en manos del pragmatismo monetario y que conserven el romanticismo, que se ha ido perdiendo a través del dinero, que es el dios a quien le rendimos pleitesía en la actualidad.
Ahora estamos viviendo dos Clásicos. El primero ya salió empatado, pero tiene una ventaja el equipo de los Rayados y si empatan allá, por su lugar en la tabla pasarán a la final. Por eso hay que hacer un máximo esfuerzo, tanto en la afición como en el equipo, y estar preparados psicológicamente para el triunfo y también para la derrota.
Pero sobre todo no caer en la violencia, como sucedió en Barcelona, donde los aficionados del equipo de la ciudad salieron a golpear a los ganadores, porque con ese triunfo obtuvieron el campeonato; es decir, hay que evitar la respuesta psicosocial que, ante la derrota, quiere lavar su afrenta golpeando, hiriendo y lastimando al contrario.
Yo apelo a que en Monterrey, cualquiera que sea el resultado, nos portemos bien, porque los equipos contrarios no son enemigos; solamente son rivales.
Descartes: Pienso, luego existo… Hay que aprovechar las ventajas de este bello deporte, pero evitar siempre la violencia entre jugadores o entre espectadores.