A fuerza de convivir a diario con ellas, solemos dar por sentado algunas cosas como si siempre hubieran estado ahí, sin percibir su riqueza y su maravillosa utilidad en el desarrollo y evolución humanos.
Tal es el caso de las grafías, simples manchas (como estas que ahora miras), las qué mediante la cuasi-mágica inteligencia humana y sobre un fondo contrastante, se convierten en representaciones escritas de una palabra, un sonido o incluso de un sentimiento o una emoción, como es el caso de los cuatro signos gráficos que flanquean al título de estas líneas.
Y es que no encontré una mejor forma de cuestionar la sutil obligatoriedad implícita, que conlleva el mensaje navideño que por estos días tanto circula, el que facilonamente nos desea “¡Feliz Navidad!”, como si el estado de felicidad fuese algo que se consigue con solo desearlo, comerlo o beberlo.
No pongo con esto en duda, la capacidad humana de amar al prójimo y de desear sinceramente parabienes a nuestros semejantes, pero creo que en extremo se ha abusado del uso de la idea de la felicidad, al grado de que “no ser feliz”, es algo así como una discapacidad emocional, por lo que aunque no se sepa con claridad lo que es la felicidad, cuando menos hay que aparentar “ser feliz”.
La vida, como quiera que cada quien la entienda o la viva, es un complicado proceso temporal, (para unos muy corto y para otros muy largo), proceso en donde lo queramos o no, hay siempre momentos de alegría y de tristeza, de dolor y de gozo, de risa y de llanto, así como estados pasajeros con sentimientos de abandono y de soledad.
Entender la felicidad navideña como una meta obligada, es “ponernos la vara muy alta” y el no alcanzarla a veces tiene consecuencias desastrosas, la trampa estriba en creer que no ser feliz significa ser desdichado.
Tal vez mentalmente sea más sano, re-entender la Navidad como un estado del alma, donde predominen la paz interior y una mayor comprensión por “los otros”, y bajo este principio tomar para sí el propósito de Charles Dickens: Honrar la Navidad en el corazón y procurar conservarla durante todo el año.