Es indudable que la mente humana es una herramienta maravillosa, pues entre otros grandes logros nos ha permitido escapar del lugar intermedio que como especie ocupamos en la cadena alimentaria o trófica, como también la llaman por el término griego “trophos”= alimento y por el orden en el que todos los seres vivos nos alimentamos los unos de los otros.
En dicho orden de depredación y en un mundo natural, los humanos seríamos sólo un platillo más, parte del menú de otros depredadores mejor equipados para sobrevivir.
Pero salvo que andemos invadiendo espacios que no nos corresponden, como las selvas, los mares o los montes, lo más probable es que tanto usted como yo, terminemos muriendo por enfermedad en una cama o víctimas de la estupidez humana, tal como las guerras o los accidentes provocados por seres invertebrados metidos a conductores de automotores.
Pero no como ceviche para alguna orca o solomillo para un oso, de esos osos que solo son “tiernos y buenos” en la imaginación de algunos biófilos, o cuando son de peluche.
La mente no está en un sitio determinado, sino que funciona como un amplio mecanismo donde interaccionan el cerebro y el cuerpo en su conjunto, es una prodigiosa herramienta de supervivencia, sí, pero no todos sus procesos son conscientes y a veces puede volverse en contra nuestra, sobre todo cuando la percepción de un peligro real o imaginario, hace que nuestro organismo sobre-reaccione ante la amenaza produciendo grandes cantidades de cortisol, una hormona (producida por unas glándulas ubicadas arriba de los riñones), que nos prepara para responder ante situaciones de estrés, y que si se acumula por alguna falla orgánica o por creer que el peligro no desaparece, puede llegar a provocar serios trastornos físicos y mentales.
El miedo es un aliado o un enemigo poderoso, se da en nuestra mente y ahí es donde debemos controlarlo para evitar que él nos controle.
Para ello, un buen primer paso es reconocer a que es a lo que le tememos, tener clara su dimensión y saber qué tanto es real y qué tanto está sólo en nuestra imaginación.
