La pequeña se topó con el espejo que de piso a techo desde el fondo del pasillo reflejaba su figura.
A sus escasos 4 años de vida, seguramente nunca se había visto de cuerpo entero y se quedó pasmada como preguntándose; quién sería esa niña ataviada de domingo que con sus padres iba a desayunar.
Luego de observarse con curiosidad por unos segundos en el espejo siguió su camino. Acaba de re-descubrirse de un modo nuevo pensé yo.
Llegamos a este mundo sin un manual de comportamiento equipados solo con un poderoso instinto de conservación, que entre otros recursos utiliza el miedo como un medio que nos permite sobrevivir y que se manifiesta desde la cuna con 3 temores básicos:
temor al abandono, a la falta de alimento y a la falta de sustentación, temores que el bebé expresa con llanto y luego ya adulto de otras muchas y complejas formas.
A partir de ese momento la vida es una larga cadena de descubrimientos.
Después de 9 meses de flotar sintiéndonos parte indisoluble de otro ser que nos abriga y alimenta, de un día para otro nos descubrimos como seres individuales y aquel ser del que creíamos formar parte, aparece y desaparece generándonos esos temores.
Con la niñez descubrimos que no somos únicos y poco a poco entendemos que el mundo no gira en torno nuestro, pero queremos conocerlo y así, explorándolo, descubrimos que el dolor físico forma parte de la vida, para luego ya adolescentes, descubrirnos como seres inseguros y tan necesitados de reconocimiento que paradójicamente nos hacemos rebeldes, narcisistas y creemos ser invulnerables.
En la juventud los primeros fracasos nos hacen descubrir nuestros límites y con la llegada del primer amor descubrimos el dolor emocional, no somos para aquel otro ser lo que creíamos ser pero descubrimos que el tiempo es un bálsamo que cura esos dolores.
Ya maduros descubrimos que la carne y hueso que somos se gasta y se deteriora y en la ausencia de otros, descubrimos que la vida se apaga y se acaba.
Ya en la vejez, descubrimos que aquello que creíamos valioso no lo es tanto y también descubrimos que nos falta mucho por descubrir.