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¿Qué quiere Trump?

El daño que ha causado Trump con los aranceles que impuso el 2 de abril, que bautizó como el Día de la Liberación, ha sido enorme. En los días subsecuentes las bolsas mundiales perdieron más de 10 billones de dólares de valor (trillones en inglés) y las repercusiones se empiezan a sentir más allá del mundo financiero. La posibilidad de estanflación —una peligrosa combinación de recesión con inflación— ha aumentado peligrosamente.

Si el golpe sirviera para que EU alcance una mejor posición económica (una amarga medicina para que el paciente se cure), entonces quizá podría justificarse. Pero no parece ser el caso. No está claro cuál es el plan maestro de Trump. No sabemos cuál es su objetivo final. 

Trump ha ofrecido distintas razones para justificar sus aranceles. Una es fiscal: recaudar 6 billones de dólares en los próximos 10 años (una cifra poco realista, pero citada por sus asesores más cercanos) para financiar una ambiciosa reducción de impuestos. Otra es patriótica: revivir la manufactura estadunidense, fomentando a las empresas a reubicar sus fábricas al encarecer las importaciones. 

También ha citado la “equidad” comercial: corregir condiciones que considera “injustas”, ya que EU cobra menos aranceles de los que le cobran, lo que se traduce en déficits comerciales. Por último, ha mencionado un aspecto estratégico: utilizar las tarifas como herramienta para obtener concesiones no comerciales (como reducir el tráfico de fentanilo y migrantes, en el caso de México).

El problema es que la mayoría de estos objetivos son incompatibles. 

Si lo que busca Trump es recaudar fondos, entonces tiene que mantener tarifas elevadas por un periodo prolongado de tiempo. Sin embargo, esto seguro provocará represalias de otros países, lo que resultará en una guerra comercial que afectará a las empresas estadunidenses y limitará la recaudación esperada. 

Si, por el contrario, logra que otros países bajen sus tarifas, entonces tendrá que actuar de manera recíproca. Esto, a su vez, reducirá los incentivos para que las empresas relocalicen sus plantas en EU, ya que podrían seguir importando sus productos a bajo costo y reduciría los ingresos que recauda por importaciones. En donde las amenazas de aranceles sí parecen haber funcionado es como instrumento de presión política. México, en particular, ha respondido con acciones más efectivas en el combate al narcotráfico y el control migratorio ante las amenazas de Trump

Lo más inquietante de los aranceles, más allá de su impacto financiero y económico, es su naturaleza errática. No parecen responder a una lógica coherente, sino a impulsos y objetivos cambiantes. Esto dificulta la planeación de gobiernos, empresas e inversionistas. Ayer fue una clara muestra de la inconsistencia: Trump puso en pausa varias de las tarifas que había anunciado apenas hace una semana, desencadenando un rally en mercados accionarios que no se habían visto en más de 20 años.


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Julio Serrano Espinosa
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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