Grupos de taxistas paralizaron el lunes partes de la ciudad exigiendo la eliminación de las plataformas digitales de transporte, incluidas Uber, Cabify y Didi. Bajo presión, las autoridades decidieron programar pláticas. Por el bien de los capitalinos, espero que no decidan prohibirlas.
Los taxistas tienen mucho poder. Están bien organizados y representan bloques relevantes de votos que pueden ofrecer al político que mejor se acople a sus demandas. Además, como fue evidente hace un par de días, tienen la capacidad de generar caos viales, enfadando a automovilistas y presionando así aún más a los políticos.
Siempre que llega una tecnología disruptiva a una industria, los jugadores tradicionales sufren un profundo ajuste. Este ha sido el caso de los taxistas con las plataformas digitales de transporte. De aquí su profundo malestar. Sin embargo, los beneficios para la ciudadanía de Uber y de empresas similares han sido enormes. Por algo han sido tan exitosas.
Lo cierto es que los taxistas están utilizando argumentos muy pobres para tratar de convencer a las autoridades de prohibir las plataformas digitales de transporte. Sostienen, por ejemplo, que estas empresas no pagan impuestos. Su reclamo es legítimo en términos generales. Todos —incluidos los taxistas— tenemos que pagar impuestos. Pero se equivocan en su señalamiento particular.
De hecho, hace apenas una semana Hacienda y el SAT anunciaron un acuerdo con Uber y Cabify (Didi no participó) en el que estas plataformas digitales accedieron a retener y pagar el IVA y el ISR que les corresponde a sus conductores. Gracias a que toda su información está digitalizada, es mucho más fácil para el gobierno vigilar y cobrarles a empresas como Uber que a los taxistas. Me pregunto: ¿cuántos taxistas pagan IVA e ISR?
Además, contrario a lo que muchos piensan, incluidos los taxistas, las plataformas digitales de transporte no ganan dinero. Uber, por ejemplo, perdió la friolera de mil millones de dólares en el primer trimestre del año. Lo que sucede es que, en su afán de ganar mercado, estas empresas subsidian los viajes de sus clientes. Es decir, cada viaje que contratamos les cuesta dinero.
Prohibir estas plataformas no solo sería un duro golpe para sus millones de usuarios, también afectaría a miles de conductores que se ganan la vida por este medio. Tan solo Uber cuenta con 250 mil. Para el gobierno sería negativo tanto en la pérdida de recursos fiscales como en la mayor demanda sobre el deficiente transporte público.
Por fortuna, todo indica que las autoridades resistirán la presión de los taxistas y seguirán permitiendo la operación de las plataformas digitales de transporte. Eso espero. Lo que deben hacer es abrazar la modernidad, no aferrarse a un pasado obsoleto. Por su parte, los taxistas deben concentrarse en mejorar su servicio para poder competir en esta nueva realidad.
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