Hasta antes de la pandemia, las farmacéuticas, Johnson y Johnson, Pfizer, AstraZeneca, Moderna, BioNTech, y Novarax, tenían un valor de mercado de aproximadamente 697 mil 292 millones de dólares. Al cierre del 2021 es decir en 2 años, valen un billón 50 mil millones de dólares.
La pandemia ha creado nuevos gigantes en la industria farmacéutica, que han sabido especular con la salud del mundo, en dos nichos de negocio: las nuevas vacunas y los retrovirales (como el Remdesivir de Gilead, el Molnupiravir de Merck, Paxlovid de Pfizer y el AT-527 de Roche, estos dos últimos aún en fase de desarrollo).
Las vacunas se han convertido en un negocio rentabilísimo y permanente, derivado de las nuevas cepas del coronavirus. De los retrovirales que, aclaran las farmacéuticas, no sustituyen a la vacuna, hasta la fecha hay dos aprobados: uno es el Remdesivir, producido por la empresa norteamericana Gilead, del cual, adelantándose, Estados Unidos compró toda la producción. La farmacéutica fijó un precio para el mercado norteamericano de 2 mil 340 dólares por un tratamiento de cinco días y por frasco de 390 dólares (como unos 8 mil pesos), pero cada paciente debe recibir una dosis media de seis frascos, que serían como 48 mil pesos.
Gilead no ha publicado sus costos de producción, pero la ICER, una organización sin fines de lucro, calculó que el costo de producción del fármaco sería de aproximadamente 10 dólares por tratamiento de 10 días. Se aprecia el escandaloso beneficio que pretende obtener el laboratorio.
La agencia reguladora de medicamentos de Reino Unido aprobó otro retroviral para tratar Covid-19: se trata del Molnupiravir, del laboratorio Merck, que se administra dos veces al día a cada paciente, sustancia que demostró reducir el riesgo de hospitalizaciones y muertes.
Ahora un laboratorio de la India producirá el fármaco genérico a 50 centavos de dólar por cápsula bajo la marca Molflu; 40 cápsulas del genérico costarán como 20 dólares (casi 400 pesos mexicanos) en comparación con la misma píldora pero fabricada por Merck, que en Estados Unidos en la misma presentación cuesta 700 dólares (como 14 mil pesos). Ahí la enorme diferencia.
Por ello resulta impostergable que el gobierno mexicano produzca vacunas y fármacos, que tengamos centros de investigación médica y farmacobiológica con tecnología de punta, pues la salud de los mexicanos no puede depender de gobiernos extranjeros y debe protegerse a todo trance.
Julio C. Vega Olivares