Para la mayoría de la población la tasa de interés de referencia parece algo lejano, y cuando se escucha que el Banco de México la utiliza como instrumento dominante de la política monetaria y adopta el control de la inflación como objetivo central con este mecanismo, argumentando que las elevaciones de dicha tasa permiten la disminución de la inflación, pensamos que es la panacea económica, pero no nos hablan del daño colateral.
El problema es que, en el contexto del sistema bancario mexicano, menores tasas de referencia no significan una reducción del resto de las tasas de interés, como las de las tarjetas de crédito, que están altísimas y representan un obstáculo al consumo.
El Banco de México solo cuenta con un instrumento de recomendación neoliberal para reducir la inflación: elevar de la tasa de interés de referencia que, al aumentar, reduce la demanda y mantiene la tasa peso-dólar, es decir, los precios de los productos importados, lo que contribuye a controlar la inflación; pero esto tiene efectos colaterales indeseables, pues por una parte impacta negativamente el crecimiento del PIB y por otra transmite recursos al capital financiero internacional, lo que aumenta su rendimiento.
Además se encarece el crédito, aumenta el costo del manejo de la deuda, disminuye la inversión, el consumo y afecta la generación de empleos. Por ello hay que ponderar adecuadamente los aumentos de la tasa de interés de referencia. La consultoría Moody’s aplaude la medida y dice que debe elevarse aún más, como al 6%, claro es su negocio, no el de México. Es como decir que hay que sacrificar el crecimiento económico.
Mantenemos una dependencia estructural de las importaciones, es decir, de la inflación importada, por ello se requiere una política de sustitución de importaciones promovida por el gobierno para dejar de traer lo que podemos producir en México (incluso dependemos de la inversión extranjera de cartera y de los envíos de los migrantes) Continuamos dentro del círculo perverso del subdesarrollo del que hablaba Galbraith, cuando decía “somos pobres porque no tenemos dinero, y no tenemos dinero porque somos pobres”, súmenle que el Banco de México es autónomo y le vale la opinión de todos los mexicanos y del gobierno, pues parece que solo responde a los intereses del capital trasnacional.
Julio C. Vega Olivares