Política

Torreón, momento crucial

  • Columna de Juan Noé Fernández Andrade
  • Torreón, momento crucial
  • Juan Noé Fernández Andrade

Pienso que lo que sucede en Torreón, obliga a pensar de una manera útil su historia hoy.

Es decir, hay que buscar y encontrar lo útil de nuestras reflexiones y que éstas sean ajenas a una visión o conceptos político partidistas. Porque hacerlo así, desde el partidismo, es seguir arando en las dunas.

¿Y qué pasa en Torreón?

Más allá de los grandes esfuerzos hechos por sus pobladores de antaño y actuales y de ser lo que es ahora, sin desconocer ni hacer menos a nadie, Torreón es un ejemplo de pujanza, de fuerza, de pundonor. 

Una revisión crítica de sus 116 años de historia como ciudad hacen ver y pensar que su pasado y su presente a veces son diferentes y que su camino al futuro es inimaginable.

¿A dónde vamos?

En una perspectiva histórica, parece que venimos, estamos y avanzamos solo en un sentido: el de su industrialización a costa de lo que sea. 

Y a costa, aún más, de lo que en términos de violencia significa o puede significar este proceso.

A reserva de traer aquí una entrevista con uno de los pocos científicos locales, un médico que lleva ya un tiempo investigando las razones y motivos del por qué el lagunero es agresivo y violento (los ejemplos son numerosos), es necesario reconocer que la violencia abarca la explotación del campo, de los mantos freáticos, del agua que debiera ser privilegiada para su consumo potable por la gente; que incluye la violencia citadino, en la calle, en el transporte público, en las colonias, en las escuelas y universidades, en la fábrica y la oficina, en los sindicatos, en la relación patrón-empleado, en las familias y hogares, en el clasista verticalismo social, en la economía agresora y transgresora, en el abuso de unos y de otros, en la complacencia gubernamental para con quienes atentan especialmente contra la niñez y la juventud, en aquello que favorece a unos en detrimento de otros, en la negligencia institucional, en la burla y acciones corruptas de servidores públicos, en la interminable y reeditada narrativa oficialista y oficialesca.

¿Ese es el rumbo?

Mucho me temo que no, aunque sí hay evidencias de estas formas crecientes de violencia en Torreón, que solo podrán enfrentarse y erradicarse con una profunda transformación de conciencias.

Estamos en un momento crucial de nuevos enfoques, nuevos planteamientos, nuevos discursos, nueva crítica y de autocrítica. 

Torreón es el espacio donde vivimos y demanda un repertorio de ideas que la impregnen de frescura, de una planeación mucho mejor estructurada e incluyente porque si no las diferencias se mantendrán y acrecentarán abismales en los varios Torreones que ya conviven.

Torreón merece cambiar su perspectiva de desarrollo y también de bienestar social, tender líneas que vinculen y asocien en términos reales a su población y no que la separen como sucede a 24 años de iniciado este siglo.

Torreón debe reencauzar su presente, reorganizarse, reordenarse, quitarse máscaras, arroparse más y mejor en su propia diversidad urbana y cultural que la envuelve,

La inclusión social es fundamental. Y sí, modernizar su institucionalidad con una visión amplia, sin sesgos, sin favoritismos, sin discriminación. 

De lo contrario, seguiremos andando por la ruta de la violencia estructural, que es la historia desde arriba y hacia abajo.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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