Más tardó el embajador estadounidense Ken Salazar en entrometerse y hacer una declaración por demás desafortunada e injerencista sobre nuestro país, que en tener las respuestas tanto del presidente Andrés Manuel López Obrador como de la presidenta electa Claudia Sheinbaum.
Por ningún motivo, ningún mexicano bien nacido puede aceptar que un extranjero, y más de un alto representante de otro país, opine buscando influir en decisiones que sólo competen a la soberanía nacional dirimir por las vías legales.
Por desgracia, porque lo es, Estados Unidos no es la primera vez que mete las narices en México.
Como lo hecho en otras naciones de Latinoamérica y del mundo.
La historia no miente y su obsesión hegemónica y expansionista desde su sistema basado en el capitalismo –lo salvaje le queda corto- lo lleva a promover políticas de gobierno de absoluta intromisión en los asuntos internos de países para implantar medidas ya sean políticas o económicas que le favorezcan, sin importar pasar por encima de leyes y derechos internacionales.
Por eso, el mismo Ralph Waldo Emerson, pensador, poeta y escritor norteamericano ya veía que los gobernantes de su país (desde el siglo 19), eran partidarios de guerras e invasiones, ante lo que declaró su rechazo a esas formas de “obtener el destino de Estados Unidos”, y que “la mayoría de los grandes resultados de la historia se han logrado por medios indignos”.
Y todo porque la iniciativa presidencial de Reforma al Poder Judicial está siendo cuestionada por quienes muy posiblemente han tenido intereses particulares en que así como está y ha sido, se mantenga.
Ya vemos, conforme transcurren los días, que además de la conservadora y onerosa alta burocracia judicial, cámaras y organismos empresariales, colegios de abogados, empleados sindicalizados del sector y los infaltables “líderes” de opinión en medios de comunicación empeñados al mejor postor, también hacen eco a ese rechazo a reformar lo que de suyo está más que corrompido, putrefacto.
Sean republicanos (¡puff!) o demócratas, las autoridades gringas no cejan en sus tareas imperialistas a fin de consolidar o impulsar su influencia en países a los que quieren someter a costa de lo que sea.
Por costosos errores y traiciones de gobernantes apátridas, que también contaron con el apoyo de la prensa mercenaria de entonces –como buena parte de la de ahora-, México perdió una gran parte de su territorio. Coahuila y Nuevo León serían más extensos, e igual entidades del norte oeste del país.
Entonces, sin demagogia ni falsedades, o cerramos filas en torno a la integridad nacional, esté quien esté al frente del gobierno federal, gobiernos estatales y municipales, o nos veremos envuelto en episodios impensados por ahora.
Seamos conscientes.
De por sí ya estamos invadidos, y casi colonizados en materia comercial, industrial, científica, cultural, deportiva, tecnológica, y a nuestro idioma cada instante lo despojamos de su belleza y riqueza lingüística con palabras y frases extranjeras.
La Reforma al Poder Judicial es un asunto y tema de mexicanos.
Y desemboque como desemboque en su dictamen final, habrá sido desde nuestra soberanía como Nación.
Duela entre congresistas y en la Casa Blanca, y duela a los opositores en México.