Política

El periodismo, antes y después de AMLO

  • Columna de Juan Noé Fernández Andrade
  • El periodismo, antes y después de AMLO
  • Juan Noé Fernández Andrade

Boletines, y ahora mensajes vía celular los recibo a cada rato, a diario. 

Ambos tipos de información son apenas un asomo, una pista para el trabajo reporteril, solo eso. 

Un referente de algo que, dependiendo de su interés, si da para más en términos periodísticos y si se trabajan con amplitud y profundidad, podría alcanzar relevancia al difundirse. 

Cuestión de oficio, de olfato periodístico.

Las ruedas de prensa son algo aparte, y que bien aprovechadas en el momento en que se celebran, se pueden exprimir y obtener frutos jugosos.

Sin embargo, se han vuelto tan rutinarias que quienes las convocan y ofrecen un convite a los comunicadores, casi siempre las tradicionales gorditas, café o refresco, aseguran su éxito declarativo. Mal. 

En las ruedas de prensa quienes preguntan no cuestionan, y hay quienes ni una cosa ni otra y apenas retransmiten lo que escuchan. Peor.

Hoy, muy pocas piezas informativas se presentan desde la diversidad de los géneros periodísticos que permitirían múltiples opciones a las audiencias. 

En realidad a nivel nacional estamos truncos en medios impresos y no se diga en noticiarios de radio y televisión. Crítico.

Considero que parte de la crisis de los medios de comunicación no únicamente es por las multitudinarias redes sociales y que trivialización nuestra vida pese a tantos y tantos problemas y retos que enfrentamos. 

La crisis de los medios tiene que ver con el abandono del periodismo, de su misión y su compromiso; el periodismo se ha convertido en una compañía dócil del día a día, ha metido la verdad en cajones bajo llave y no aporta mayor cosa a la transformación de los hechos que golpean a la sociedad. 

La historia presente desde el periodismo se ha evaporado, no registra consecuencias pese al entorno. 

Es decir, la verdad de la vida no tiene asidero en la prensa y desde ésta, escrita o electrónica, es ya inverificable. 

Si le cambiamos la fecha a los periódicos, a los noticiarios y a lo que se difunde en redes y todo ese maremoto informativo, a diario informan y difunden lo mismo, las mismas notas, los mismos hechos, las entrevistas a los de siempre que declaran y declaran vaguedades o las mismas mentiras.

El periodismo, así, nos acompaña cada día de la semana, de lunes a domingo. 

No tiene chispa, no sorprende, hace humo lo inédito. Las 24 horas del día transcurren lentas, sosas, infraordinarias, planas. 

Lo cotidiano aburre y la prensa ídem. 

Por eso entiendo que los periódicos y las revistas no se lean, que las noticias televisivas y radiofónicas pocos las escuchen, y que cada vez haya más personas que se dicen privilegiadas al permanecer ajenas al bombardeo de las redes sociales y que respiren otros aires, que buscan otras formas de comunicarse, que elaboren sus propias historias y las propaguen y desplacen por otras rutas para redescubrir la realidad con otro sentido y no ser parte de la subordinación al poder mediático. 

O sea, le apuestan a la imaginación para acceder a otra verdad y no la que despachan los medios..

De ahí que, prácticamente todo su sexenio el presidente Andrés Manuel López Obrador supo sacudir, cimbrar, remover las mismísimas entrañas del periodismo convencional y, en buena parte a través de La mañanera, fincó su éxito político al echar mano de una narrativa que le ganó adeptos y aprobó su gestión, a su partido y sus candidatos. 

Tan eficaz como disruptivo.

Me atrevo a decir que el periodismo en México tiene un antes y un después de AMLO, que los medios y sus líderes de opinión o principales presentadores y columnistas no supieron enfrentarlo y sí polarizaron posiciones. 

El periodismo es algo parecido a lo que señalara Karl Kraus de la prensa como su enemiga: “…el periodismo no está en condiciones de medirse con ninguna catástrofe, pues está íntimamente emparentado con todas”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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