
El mundo está cambiando. La salud mental está cada vez más presente en la conversación pública, en las políticas y en las agendas de los países. La pandemia en buena parte detonó este cambio, porque visibilizó, pero también agravó los problemas: la depresión y la ansiedad aumentaron en un 25 por ciento en el primer año de la pandemia, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero, así como el mundo está cambiando, México también. El 29 de mayo de este año se creó la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones, Conasama, que conjunta el trabajo realizado en la materia desde 2019, bajo el liderazgo del secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela.
Desde la Conasama tenemos claro que la salud mental es tan importante como la salud física y que su cuidado va más allá de lo individual y de la ausencia de enfermedad. Implica un estado de bienestar que nos permite relacionarnos sanamente, afrontar el estrés de la vida diaria, trabajar de forma productiva y contribuir a nuestra comunidad.
La salud mental es además un derecho humano universal. Por ello, desde la Conasama trabajamos para garantizarlo. Implementamos, por primera vez en la historia, una amplia red de servicios en el primer nivel de atención, a través de 341 Centros Comunitarios de Salud Mental y Adicciones, con el objetivo de que las personas acudan lo más cerca de sus hogares y de manera gratuita.
Por otra parte, nos dimos a la tarea de capacitar al personal del primer nivel en competencias de salud mental para una detección y atención oportuna, actualmente son más de 142 mil personas capacitadas en todo el país. Además, logramos la implementación de áreas de salud mental en 96 hospitales generales.
La experiencia nos indica que muchas personas con un problema de salud mental llegan directamente a los hospitales, porque dejaron agravar la molestia inicial o por temor a ser estigmatizados, a ser catalogados como “locos”por el simple hecho de acudir con un o una psicóloga o psiquiatra.
Sin duda el estigma es uno de nuestros principales desafíos y barreras. Hablar de problemas que aparentemente no se ven, pero se sienten, puede resultar complejo. Nos da temor que las personas piensen que somos “débiles” por tener ansiedad o depresión, que nos juzguen por pedir ayuda.
Además, en el imaginario colectivo existe la idea de que los problemas de salud mental solo pueden ser graves y que únicamente se atienden en un hospital psiquiátrico, en donde además “te encierran”. Nada más alejado de la realidad.
Aproximadamente el 80 por ciento de los problemas de salud mental son leves o moderados, es decir, que pueden atenderse en los Centros Comunitarios o en hospitales generales. Desde luego en caso de requerir atención especializada, los psiquiátricos deberán atender con base en los más altos estándares de derechos humanos.
Lo que sucedió por años fue que toda la atención de salud mental recayó en los psiquiátricos, generando saturación y exclusión del sistema de salud. Por ello, ahora buscamos que la atención se distribuya a través del fortalecimiento del primer y segundo nivel de atención.
Lo anterior se ha hecho en el marco de las reformas en la materia a la Ley General de Salud del pasado 16 de mayo del 2022 —impulsadas en un trabajo colaborativo con organizaciones civiles— las cuales ponen a la salud mental como una prioridad en las políticas de salud, con pleno respeto por los derechos humanos y dejando atrás un modelo basado en el aislamiento.
Con estas reformas y el trabajo realizado por la Secretaría de Salud, a través de la Conasama, México está saldando una deuda histórica. Y es que tuvieron que pasar décadas para transitar a un modelo que deje de ver a las personas con algún problema de salud mental como seres que perturbaban el orden, incapaces de razonar y que debían aislarse para iniciar un tratamiento.
Hoy, en el Día Mundial de la Salud Mental, les quise compartir muy brevemente el trabajo que se realiza desde la Conasama. Gracias al proceso de transformación que vive el país, iniciamos un cambio en el modelo de atención a la salud mental. Este cambio es, en el estricto sentido del término, toda una revolución: se plantea que la salud mental y las adicciones deben atenderse de manera conjunta desde un modelo que considere al individuo, a la comunidad y a los servicios de atención.
El cuidado de la salud mental nos compromete a todas y todos. Con la participación del Estado claramente, pero también a través de la transformación de nuestras actitudes y acciones para preservar nuestro bienestar emocional y procurar nuestra felicidad.