En mi entorno familiar hay un sector embelesado con la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador: lo defiende a capa y espada, aunque usted le demuestre con los pelos de la burra en la mano, que en su gobierno la inseguridad pública no cede y el crecimiento económico es nulo.
Y si les digo que en México tenemos a un gobernante que reúne el perfil básico del buen populista, arde Troya y amenazan con romper relaciones diplomáticas, como si fuera Canciller boliviano.
Pero también está el polo opuesto: los familiares que están preocupados por las decisiones que ha tomado López Obrador, argumentando que la 4T es la misma gata que en Venezuela y Nicaragua, pero revolcada.
Si me atrevo a decir, con ánimo tranquilizador, que nuestra vecindad con USA y el Tratado Comercial con América del Norte, impiden que el populismo de López Obrador sea como el de Maduro y Ortega, se sulfuran de inmediato tachándome de chairo. ¡Valiendo queso!
Ni el espíritu de la Nochebuena logró apaciguar, la confrontación entre quienes aman y odian a López Obrador, menos con el alipús decembrino que incrementó hasta la necedad la pasión de los panelistas, en un duelo de hormonas contra neuronas que mandó al carajo a Santa Claus.
Lo cierto es que, con el arribo de López Obrador a la Presidencia de México, la crisis de la democracia liberal y el empoderamiento del populismo, se ubicaronen el top ten de la comentocracia y las charlas familiares durante el 2019.
Para entenderlo, tuve la necesidad de chutarme varios libros, y lo sigo haciendo, el último fue “El engaño populista”, (Axel Kaiser-Gloria Álvarez 2016) en donde sus autores proponen que, para rescatar a las repúblicas del populismo, se debe ganar la batalla de las ideas y construir una hegemonía cultural, capaz de vencer el humor ciudadano que lofavorece y encumbra.
Una batalla en donde los intelectuales, partidos de oposición, empresarios y la sociedad civil organizada, tienen que ponerse las pilas y dirigir los argumentos no a la razón de los electores, sino a sus emociones y sentimientos.
Sugiriendo inteligencia emocional para ganar esta batalla ideológica, que por el momento favorece a la 4T. _