Política

Nada nuevo en contaminación

  • Columna invitada
  • Nada nuevo en contaminación
  • Josué Becerra

Lo que se ve ni se cuestiona. El estudio dado a conocer por la plataforma MILENIO-Multimedios sobre la calidad del aire en la zona de Ciudad Universitaria, aledaña a la siderúrgica Ternium, confirma la gravedad de una contaminación puntual dentro de una metrópoli que creció en medio de la industria. No hay secretos ni historias desconocidas. Pero si ese estudio se replicara en otras zonas donde operan empresas de distintas actividades –cementeras, refinerías, metalúrgicas– descubriríamos lo mismo: respiramos nuestro propio desarrollo urbano.

Expertos ambientalistas y estudiosos de la historia climatológica explican que el Área Metropolitana de Monterrey, por la naturaleza de sus montañas, forma una cuenca en la que las corrientes de aire atrapan, junto con la inversión térmica, los polvos que viajan desde el norte y el noroeste. Se quedan, se asientan y se levantan con la actividad vehicular. Eso ya se sabe. Lo que respiramos, entre polvos y químicos, es consecuencia directa de nuestro modelo de crecimiento.

Culpar a la contaminación es aceptar la derrota de nuestra propia industrialización. Pero tampoco se trata de quedarnos de brazos cruzados detrás de un tapabocas. Aunque parezca lejano reubicar industrias, sí hay algo urgente y posible: mejorar la movilidad. Mientras no exista un sistema de transporte colectivo sustentable, el parque vehicular seguirá creciendo, circulando, levantando polvo y emitiendo carbono.

A ello se suma la necesidad de una pavimentación adecuada. No podemos llamarnos ciudad si nuestras calles siguen deterioradas y llenas de baches. Las áreas verdes, los filtros naturales, irónicamente las eliminamos en lugar de incrementarlas.

Y aquí intervienen tres actores: autoridades, empresas y ciudadanía. ¿Pero quién vigila a quién? Si la autoridad debe regular a la iniciativa privada para que cumpla lineamientos, pero a la vez no genera condiciones de sustentabilidad, ¿quién sanciona? Si los ciudadanos hacemos poco por barrer una banqueta, mantener un vehículo verificado o cuidar un árbol, también somos parte del problema… y de la solución.

Hoy presumimos ser una nueva metrópoli con rascacielos. Lástima que, desde arriba, solo se alcancen a ver tristes nubes de polvo. No hay secretos: la contaminación es nuestro costo y también nuestro reto.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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