La Ruta de la Amistad, un corredor de 19 esculturas que unía las sedes olímpicas del 68 entre San Jerónimo y Cuemanco, es la señal más clara de explosión demográfica en la Ciudad de México: los niños de los años setenta y ochenta pudimos tocarlas, los niños de los noventa verlas desde la ventanilla del coche y los niños nacidos con el nuevo siglo, perderlas.
El Sol Bípedo, La Torre de los Vientos, El ancla o Las esferas, solitarias alrededor del Periférico, fueron consumidas por la mancha urbana hasta desaparecer en su horizonte. En medio del escultural trayecto destacaba también la icónica antena del viejo Canal 13, con su letrero blanquiazul y luminoso, hoy en el mismo sitio; pero entonces, por su lejanía, y para mejor referencia geográfica, la ubicábamos al pie del Ajusco.
Aquella antena de televisión transmitía cada domingo una programación que encadenaba un partido de los Vaqueros o los Steelers, El ancho mundo del deporte en DEPORTV, El Show de los Muppets y una serie británica llamada Misterio en su Casa.
Sentados en el parqué, mirábamos a través de una Philips de perillas a José Ramón Fernández, Raúl Orvañanos, Alejandro Lara, Rogelio Hernández Huerta, Carlos Albert, Armando Sanz y Pepe Espinoza comentar toda clase de deportes y los eventos más extraños como los campeonatos de Sumo japonés, o El hombre más fuerte del mundo, que consistía en levantar rocas y talar troncos.
Pero el contenido estelar del original DEPORTV, eran las giras de los Harlem Globetrotters, en la época donde Lou Dunbar y Curly Neal apaleaban a los Generales de Washington en cada exhibición. El basquetbol entró en la vida de muchos niños gracias a la magia de este equipo, que, sin ninguna duda, fue el precursor del show de la NBA como la conocemos.
Ayer, con una reivindicativa carta, pidieron a la Liga reconocer su contribución al deporte, incluyéndolos como franquicia de expansión.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
