Conozco personas que hacen política y personas que viven de la política. Es parte de mi trabajo. Aprendí que ese mundo es el mejor para conocer la naturaleza humana, porque ahí la gente muestra lo mejor y lo peor de sí. A la menor provocación brotan mezquindad, deslealtad y cobardía. Por el contrario, la generosidad no es fácil de encontrar. Tampoco la honestidad, ni la confianza, ni el agradecimiento.
A diferencia de elecciones anteriores, esta vez estaré en mi ciudad, votaré y lo haré por Máynez. Tengo muchas razones para hacerlo. Están las obvias, ¿en qué cabeza cabe la posibilidad de votar PRI o PAN después de los últimos 80 años? ¿En qué momento los partidos y personajes responsables del desastre que hoy es el país, son los que pueden rescatarlo? Sostener que ellos son una solución, es iluso o deshonesto. Por otro lado, Morena no es algo distinto a pesar de Andrés y, sobre todo, por Andrés. Han cambiado cosas, pero en esencia el país sigue por el mismo camino. Odio por aquí, rencor por allá, los mismos impresentables de siempre en ambos bandos. Ni unos ni otros son opción para mí.
Votaré por Máynez porque en estos tres meses de campaña, la sensatez, la sobriedad y la alegría estuvieron de su lado. Demostró ser alguien que sabe, que entiende, que tiene una idea clara sobre lo que necesita el país y capacidad para hacer que las cosas sucedan. Dijo lo que los políticos nunca dicen, habló de libertades, de regulación, del genocidio en Palestina y de todos esos temas que “quitan” votos. Dialogó de frente y sin miedo con estudiantes en sus universidades, debatió con sus oponentes con argumentos, sensatez y mucha altura. En medio de una guerra de escupitajos, él habló de ideas, felicidad y futuro. Máynez fue genuino, rompió patrones y sé que logró que muchas personas pensaran distinto de la política y la elección.
Si la disyuntiva es elegir entre los mismos de siempre o algo nuevo, para mí la decisión es sencilla. Pero tengo una razón más para votar por Máynez. Lo conozco. Sabe mucho, de muchas cosas, y sabe qué hacer con lo que sabe. Respeta valores importantes para mí, como la amistad, la lealtad, la honestidad. Lo he visto defender sus posturas con vehemencia, pero escuchar y ceder frente argumentos razonables. Es de los que no abandona el barco en medio de la tormenta y cumple su palabra hasta las últimas consecuencias. Sé que se preocupa y cuida de la gente que quiere. Que es un papá que ama a sus hijos y un hijo que honra a sus padres. Y que esa sonrisa que se ha vuelto famosa, es más que genuina… igual que el dolor en sus ojos por las vidas que se perdieron en San Pedro. Nunca antes lo vi tan triste, tan con la voz quebrada, tan apesadumbrado como en los días que siguieron a esa tragedia.
¿Quién es Máynez? Un tipo que lee a Dawkins, Piketty, Byung-Chul Han y también vio todas las películas de Marvel; que anticipó la catástrofe del triunfo de Trump cuando nadie lo esperábamos, hablaba de Boric cuando apenas era líder estudiantil y da instrucciones al Arsenal de cómo jugar cuando ve sus partidos por televisión; que escucha a Porter, canta rancheras y baila Chúntaro Style; que ha dado discursos magistrales en tribuna, entrevistó a Mireles y Nestora cuando las autodefensas y juega FIFA; que camina solo por las calles de la CDMX, conoce los mejores tacos de puesto callejero en cada ciudad y es candidato a presidente de México. Es un tipo normal que se mueve en el mundo de la política, pero no vive ahí.
Máynez entró a esta contienda sabiendo que tenía todo en contra. Tuvo la entereza de jugársela por un proyecto en el que cree. Supo ganarse la confianza, el respeto y el cariño de muchas personas que no lo conocían. Hizo una campaña espectacular, se metió a la contienda y está a punto de lograr algo histórico. No sé si ser presidente sea lo mejor para él, pero estoy totalmente seguro que sería lo mejor para el país.
Los que me conocen saben que fuera del trabajo nunca hablo de política, no escribo cosas de política y pocas veces hago publicaciones que tengan que ver con política. Tengo un enorme respeto por la palabra y las palabras, por eso pocas veces digo lo que pienso, pero cuando lo hago soy sincero.
Votaré por Máynez, lo haré de corazón y convencido. Votaré por Máynez no porque sea perfecto, que no lo es, tampoco porque sea mi amigo, que sí lo es. Votaré por él porque es un gran ser humano, porque es de esas personas que están cuando nadie más está, porque es brutalmente honesto, porque va a rectificar cuando se equivoque, porque va a intentar hacer siempre lo correcto.
Voy a votar por Máynez porque, aunque nuestra amistad terminara, sé que él no dejará de ser una buena persona. Y eso es lo que le falta al mundo, buenas personas haciendo lo posible para que todo sea mejor.