Al heroico personal de salud.
¿Qué cosa es la resiliencia?, preguntó el Presidente de la República en su conferencia del 9 de diciembre. Para él es una palabra de corte neoliberal, como holístico o empatía. Tal vez alguno de sus fieles podría explicarle el significado de esta expresión. o regalarle de Día de Reyes el breve y extraordinario libro Me acuerdo… El exilio de la infancia (Gedisa, 2020), de Boris Cyrulnik, para hacerlo conocer y comprender a su origen.
Cyrulnik nació en 1937 en Burdeos, en una familia de judíos polacos. El nazismo lo dejó huérfano a los cinco años; sin nadie más, primero fue albergado por la beneficencia pública, luego deambuló por varios hogares de acogida y en 1943 llegó al de la maestra Marguerite Farges, quien lo mantuvo oculto hasta enero de 1944, cuando una denuncia anónima lo puso en manos de la Gestapo. A punto de ser enviado a un campo de concentración, vio una oportunidad y escapó temerariamente.
Al recordar aquellos días, Cyrulnik dice tener una sensación de victoria. Era un niño de siete años, pero no se dejó vencer por la adversidad. Se convirtió en neuropsiquiatra, psicoanalista y etólogo, y para explicar cómo se había librado de los traumas de una infancia tan difícil acuñó la palabra resiliencia, definida como la capacidad de negarse a aceptar la fatalidad de la desgracia.
La pandemia ha sido y sigue siendo una experiencia aterradora, sobre todo para quienes han perdido seres queridos o enfrentado, como el personal de salud, el sufrimiento cotidiano de tanta gente. En algún momento ellos recordarán estos días, los “representarán” en la memoria, y dependiendo de cómo lo hagan se llenarán de traumas o saldrán fortalecidos.
La resiliencia —dice Cyrulnik— solo puede efectuarse “con posterioridad al golpe”. Primero sufrimos, tenemos miedo, pero después, “cuando la representación se hace posible”, el arte, la literatura, la amistad, el amor de la familia contribuyen a conjurar los traumas para tener una vida productiva y feliz. De eso se trata la resiliencia, señor Presidente.
Queridos cinco lectores, con los mejores deseos para 2021 y la esperanza de reencontrarlos el 16 de enero, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.