Recientemente salió publicado el libro La dictadura de la minoría, que es un ensayo que abona a la reflexión de cómo los gobiernos democráticos, electos en las urnas con reglas claras en el proceso electoral, en la práctica: pueden llegar a ser tiranías o gobiernos autoritarios.
Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, analizan en este libro a distintos países como Estados Unidos, Perú, Venezuela y Argentina que son caracterizados como países con tintes autoritarios.
Sobre la democracia estadounidense, sostienen estos profesores universitarios que está erosionada, con instituciones frágiles y con un fuerte riesgo de ser controlado el poder por minorías en las próximas elecciones. Porque los votantes reaccionarios son minoría, como ha sucedido en otros países que impulsan cambios en el sistema político aprovechando el desinterés de muchos ciudadanos.
La omisión y falta de participación política de la mayoría de los votantes en cualquier país, permite que las minorías se instalen en el poder y controlen incluso a los otros poderes.
Bajo este esquema de análisis sociológico y político, se plantea como un riesgo la falta de participación y desinterés de los votantes; porque la gran mayoría se deja convencer, no actúa y vota de acuerdo con las fuertes campañas que se difunden en los medios de comunicación.
En el ejemplo más paradigmático se encuentra Hitler en Alemania quien logró llegar al poder en 1933 de manera democrática; pero una vez en el poder, desmanteló a los poderes legislativos y judiciales. El Ejecutivo predominó como en el caso mexicano a través del fuerte presidencialismo que caracterizó a nuestras instituciones.
Bajo este esquema, los votos se convierten en aval para la actuación de los gobernantes, que pueden utilizar las leyes para controlar, manipular y obtener beneficios.
Un gobierno que avalado por la mayoría puede centralizarse, romper con la visión local de la democracia participativa. Incluso imponerse ante los representantes políticos, disminuyendo el poder del pueblo e imponiendo una visión presidencialista, autoritaria y oligárquica.
La solución a este dilema es la participación de todos los implicados. Es preciso hacer que los ciudadanos salgan a votar, participen y se integren a la sociedad. El punto más importante de una democracia es su visión liberal, relacionada con la protección de los derechos y que fomente la libertad en todos los ciudadanos. También, el liberalismo social está a favor de construir y rescatar los derechos humanos; desde las prácticas colaborativas, participativas.
El uso de las redes sociales también es un elemento que puede destacarse sobre cómo algunas minorías imponen la agenda política. Construyen ideas a través de la interacción social en redes y pueden llegar a dominar el escenario por la práctica de la repetición constante en las redes.
Recordemos a Gustavo Le Bon, que planteó desde su teoría de las masas, la incidencia que tiene construir mensajes que puedan afirmar una idea, repetirse constantemente y promover el contagio entre los demás.
Las redes sociales funcionan precisamente como mecanismos de contagio social, porque impulsan un mensaje rector que puede ser una causa o un tema, pero que finalmente desarrolla simpatías entre los votantes y logra imponerse. Las ideas políticas se producen por medio de pocos ciudadanos que se imponen a la mayoría.