Hace dos semanas me referí a la extraordinaria posibilidad de encontrar compañeros de vida en las mascotas y como nos influían al acompañarnos en partes importantes de nuestro caminar. Para mi sorpresa recibí una gran cantidad de mensajes de amigas y amigos lectores que decían sentirse identificados con lo escrito, toda vez que tenían o habían tenido perros y gatos como animales de compañía, compartiéndome el gran cariño que le tienen a estos animales.
El día de hoy me voy a referir a los mismos animales domésticos, pero en una perspectiva diferente. La de la lucha política, y ya en plena época de campañas electorales, rumbo al día de la jornada (02 de junio), en un contexto de cómo los candidatos a cargos federales y locales parecen estar en permanente confrontación –algo por lo demás normal- con sus adversarios de otros partidos y opciones políticas distintas, pero llegando a extremos lastimosos y criticables.
Y sí, como perros y gatos, los insignes competidores (as) –muchísimos (as), pero con pocos huesos para el volumen total de aspirantes- adentrándose en los caminos de la confrontación, de los dimes y diretes, a tal grado que junto con sus huestes y seguidores se encaminan a exhibir las cosas más “sensibles” que hagan que el elector defina emocionalmente su voto, o que de plano lo cambie si ya lo decidió. Campañas de contraste les llaman ahora, que hacen de la irracionalidad su motivo principal.
Si bien las luchas políticas están hechas para que él o la votante conozcan las propuestas, plataformas e ideas de los contendientes, amén de sus fortalezas y debilidades, parece que el encono se ha apoderado de los mismos. Y muy lamentablemente la violencia física se ha hecho presente también en el escenario.
Y con respeto a los animales y los humanos (que se comportan como perros y gatos), estaremos dándonos cuenta de las casas, del patrimonio, de los cambios de preferencias políticas y partido a lo largo de su vida, de supuestas transas –sin pruebas-, de sus caracteres fríos o arrebatados, y un sinfín de cosas más, ¡hasta de supuestas intimidades!
Pero el que se lleva las palmas es el candidato de Movimiento Ciudadano a la gubernatura del estado de Jalisco, Pablo Lemus Navarro, que en el debate de la semana pasada, celebrado entre dos candidatas y él, se esmeró en verse como distinguido “buleador”, -del inglés bullying-, simple acosador al fin, al realizar con desparpajo ataques sin ninguna prueba (chismes, entre otros, que incluyen supuestas relaciones íntimas) hacia la candidata a la gubernatura por la coalición de Morena y cuatro partidos más, Claudia Delgadillo, y que terminó por dejar entre los asistentes y espectadores a dicho debate el raro tufo de una inaudita violencia política de género que la convirtieron en víctima de los desatinos de Lemus Navarro.
El resultado: los que calificaron el debate le dieron al emecista el tercer y último lugar entre los participantes. Luego, una denuncia de la candidata ultrajada ante el Ople de Jalisco (IEPC) quejándose de tan vil trato. Por lo que este órgano electoral deberá resolver a la brevedad y con justicia la misma, para que los efectos de dichas expresiones de violencia política de género no sigan trascendiendo al resultado final de la elección –la votación en el día de la jornada- y así las condiciones de la contienda sean equitativas y legales.
Mucha gente se ha referido a los dichos de Pablo Lemus como los de un “porro estudiantil”, con todo respeto para los estudiantes, por lo que este candidato pasará a la historia marcado por este grave error, que lo llevó a bajar en las preferencias electorales registradas por distintas encuestadoras, y que se hicieron públicas en la semana. Al grado de que, en las más serias, se encuentran empatados y solo el margen de error los separa, en uno u otro sentido. Siendo que al inicio de las mediciones [ya como precandidatos] la ventaja de Lemus era clara, pero como dice el dicho: “caballo que alcanza, gana”. Y, por ende, en el tiempo que sigue, se hace previsible que la diferencia favorable a la candidata morenista se ensanchará. Y todo por la evidente falta de tino, y prudencia del candidato naranja, aunado a su manifiesto mal gusto. Y al final las mascotas seguirán demostrando motivos de alegría para el hogar y sus dueños. Perros y gatos, principalmente.