Su nombre es Purity Soinato Oiyie, rebosa de confianza en sí misma. Lleva dos piezas hechas con cuentas; un tocado tradicional masái que cae de su cabeza y un collar con un mensaje rotundo: “Stop FGM”, Female Genital Mutilations; poner fin a la mutilación genital femenina. Oiyie es una líder de su comunidad y defensora de los derechos de las mujeres. Pero para alcanzar este estatus ha tenido que hacer frente a todo tipo de dificultades.
“Tenía sólo 10 u 11 años cuando mi padre decidió circuncidarme. Sería la quinta esposa de un hombre de 70 años. Hablé con la maestra de mi clase y ella informó a la jefatura de policía. Apenas dos horas antes de la ceremonia de ablación, llegó la policía y me retiró del lugar”, recuerda. Oiyie fue la primera niña de su aldea en decir no a la mutilación genital femenina.
Durante los ocho años siguientes, Oiyie vivió en un centro de rescate en Narok, Kenya, lejos de todo lo que le era conocido. “Lo más difícil para mí fue dejar mi hogar, dejar a mi familia. No podía dormir... Me despertaba en medio de la noche y pensaba, ¿debiera volver y someterme a la mutilación genital femenina?”, explica.
La violencia de género es un problema social profundo y arraigado que afecta a sociedades de todo el mundo, independientemente de la cultura, la religión o el nivel socioeconómico. Esta violencia, que se manifiesta principalmente contra las mujeres y niñas debido a su género, tiene consecuencias devastadoras no solo para las víctimas, sino también para las comunidades y la sociedad en general.
La violencia de género ha existido desde tiempos inmemoriales y es un fenómeno multifacético que abarca diversas culturas, religiones y épocas.
Fue hasta los siglos XIX y XX, que las mujeres comenzaron a luchar por sus derechos en el mundo occidental. Sin embargo, la violencia doméstica se consideraba a menudo un asunto privado. No fue hasta la segunda mitad del siglo XX que se comenzó a reconocer como un problema social y legal.
En el siglo XXI, la lucha contra la violencia de género ha ganado visibilidad global. La ONU estableció el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y la campaña UNiTE. A pesar de estos esfuerzos, la violencia de género sigue siendo un problema persistente en todo el mundo.
La historia de la violencia de género está profundamente arraigada en desequilibrios de poder y estructuras patriarcales. A pesar de los avances, todavía queda mucho por hacer para erradicar completamente este tipo de violencia.
Las víctimas de violencia de género enfrentan consecuencias físicas, psicológicas y emocionales. Las heridas, enfermedades y traumas resultantes pueden durar toda la vida. Además, enfrentan el estigma y la vergüenza en muchas sociedades, lo que agrava el trauma y disuade a muchas de buscar ayuda.
La violencia de género también tiene un costo socioeconómico. Las mujeres que enfrentan abuso a menudo se ven limitadas en sus capacidades para trabajar o estudiar, lo que reduce su potencial económico y perpetúa ciclos de pobreza.
Mientras los homicidios masculinos tienden a ser vinculados a las tendencias del crimen organizado, las muertes de mujeres están asociadas a su pareja íntima. A diferencia del predominio de las armas de fuego en los homicidios masculinos, la mayoría de los feminicidios se cometen por otros medios. Con un 13%, la proporción de víctimas de feminicidio menores de 18 años es mucho más alta que la de homicidios de hombres. En 2021, unas 45.000 mujeres y niñas murieron a manos de sus parejas u otros familiares en todo el mundo. Esto significa que, por término medio, más de cinco mujeres o niñas son asesinadas cada hora por alguien de su propia familia.
Mientras que el 56% de los homicidios de mujeres son cometidos por sus parejas u otros miembros de la familia, solo el 11% de los homicidios de hombres se producen en la esfera privada.
México.
Tres de cada diez niñas de 10 a 15 años en comunidades indígenas de Guerrero, Oaxaca y Chiapas siguen siendo vendidas por usos y costumbres y para matrimonios forzados. No son casos aislados, sino una práctica cotidiana en sus entornos y donde el Estado no quiere intervenir para poner un alto, denuncia Eufrosina Cruz Mendoza, presidenta de la Comisión de Asuntos Indígenas de la Cámara de Diputados.
¿Cuánto cuesta una niña en Guerrero?
Las "operaciones" se realizan a un precio que va desde los 40,000 a los 180,000 pesos, y quién decide cuánto cobrar por ellas es su propia familia
¿Cuánto cuesta una niña en Oaxaca?
Los precios oscilan entre los 40 mil, 80 y hasta 150 mil pesos por una niña. El valor, según la tradición, se establece en tres aspectos: la edad (más niña, más vale, las casan hasta de 12 años), el comportamiento (si se sabe que ya tuvo novio, su valor se demerita) y la educación (más educación, menos valor).
Combatir la violencia de género requiere un enfoque multifacético. Las leyes deben ser firmes y justas, y deben aplicarse adecuadamente. Las campañas de concienciación pueden cambiar actitudes y comportamientos arraigados. Además, es esencial educar a las nuevas generaciones sobre igualdad y respeto.
La participación activa de los hombres es crucial. Deben ser aliados en la lucha contra la violencia de género, desafiando las normas tóxicas de masculinidad y apoyando la igualdad.
La violencia de género no es solo un problema de las mujeres; es una crisis de toda la sociedad que requiere una acción colectiva. Solo con esfuerzos conjuntos y determinados podemos esperar erradicar esta plaga y construir un mundo más justo y equitativo para todos.