A raíz de la campaña violenta en redes sociales en contra del hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador y Beatriz Gutiérrez Müller –una campaña orquestada para que se convirtiera en tendencia–, existió un intercambio de mensajes entre las senadoras Lilly Téllez y Citlalli Hernández.
El 26 de junio Citlalli tuiteó: "Como no tienen ideas, nos confrontan con su odio. El debate es parte de la democracia, la discriminación es de personas mezquinas sin ideas para debatir. En mi caso, métanse con mi físico si no tienen + que decir, pero dejen en paz a Jesús Ernesto; #ConLosNiñosNo, con ninguno".
El 28 de junio Lilly comentó: "Con los niños no. Con usted sí senadora @CitlaHM No es cuestión de estética, es usted un claro ejemplo de mente enferma en cuerpo enfermo".
La discriminación supremacista en franca contradicción. ¿Qué es la "estética" para Téllez? No creo que se refiera a la filosofía sino a la "belleza" corporal o lo que la cosificación capitalista y hollywoodense pretende imponer como "belleza". Hay un antecedente inmediato de su clasismo aspiracionista cuando calificó a Gerardo Noroña como "diputado changoleón".
La adiposidad mental es poco atractiva, débil, perezosa, sin autocontrol. La adiposidad mental es repugnante, nada "estética". ¿Mente enferma en cuerpo sano, Lilly?
Alazraki
“Y en el caso del señor Alazraki, pues ya tenemos también tiempo con muchas diferencias. Él es en extremo conservador, es como hitleriano. A veces, creo que una vez lo comenté, se piensa que porque ya no existe Hitler o ya no existe Stalin o ya no existe Franco o Mussolini, ya desapareció el pensamiento nazista, fascista, el estalinismo, la derecha rancia española. No, eso existe”.
Bastó que López Obrador comentara lo anterior en la mañanera para que las camisas pardas tomaran las redes sociales para solidarizarse con Carlos Alazraki, quien convierte la libertad de expresión en expresión de odio. En ningún momento Andrés Manuel atacó a la comunidad judía y si la comunidad judía se siente representada por el impresentable Carlos, no lo habrían abucheado en una concentración.
¿Alguien de la comunidad solidaria con Carlos se alarmó porque Andrés Manuel comparó a Alazraki también con el antisemita y genocida Stalin quien, por cierto, se chingó aquí en México al judío Lev Davídovich Bronstein, alias León Trotsky? Si la verdadera doctrina de la derecha es la hipocresía, su única pleitesía es a la mentira… y al insulto.
En fin, no se trata de ser o no ser judío, se trata simplemente de ese olor nauseabundo, rancio, de un pensamiento autoritario, violento, cuyo fin no es la crítica, menos la conversación: su objetivo es el ataque, la provocación, la mentira y la descalificación.
Y si se quiere reducir la discusión a victimizar al publicista Alazraki por ser judío, digo que la metodología de comunicación de Carlos es más cercana a Goebbels que al periodista de ascendencia judía, Carl Bernstein (Watergate), quien escribió: “Lo extraño, lo estúpido y lo grosero se están convirtiendo en nuestras normas culturales”.