
Los bancos centrales son como un papá intentando educarnos sobre responsabilidad financiera. Demasiada libertad y dinero: conduce a niños irresponsables que hacen tonterías. Demasiado estricto y conservador: nos lleva a no invertir, ni aprender, ni tomar riesgos y mantener nuestro dinero en un banco.
Finalmente, esta semana, el Banco de México redujo las tasas de referencia a 11 por ciento. Aunque nuestro país sigue teniendo una de las tasas reales (tasa nominal menos inflación) más altas del mundo, podemos anticipar que estos recortes continuarán durante el resto del año, sin hablar de los efectos devastadores que esto está teniendo en el tipo de cambio en un país exportador, que requiere inversión extranjera directa, con turismo y remesas.
El efecto entre las tasas de interés e inversión en tecnología presenta una relación inversa donde tasas de interés elevadas suelen traducirse en una desaceleración de la innovación, menor capital asignado a inversiones de largo plazo y una disminución de las valuaciones de las compañías tecnológicas.
Si bien es cierto que un entorno de tasas excesivamente bajas, como el observado en 2008 y durante la pandemia de covid-19, no está exento de riesgos. De inicio, propicia un aumento en la innovación tecnológica y en las inversiones de capital de riesgo, pero la abundancia de capital barato llevó a valoraciones exorbitantemente altas de startups tecnológicas, cuyos modelos de negocio tenían poca viabilidad económica. Poco análisis, miedo a perder la siguiente gran oportunidad, traducida en excesos.
Por otro lado, lo que hemos vivido los últimos años en el escenario de tasas alcistas ha sido devastador para la innovación. Las tasas a los niveles actuales disminuyen el apetito de riesgo por parte de los participantes e inhiben la inversión en proyectos con beneficios a largo plazo. Los dos principales mecanismos por los que las tasas afectan estas inversiones son un mayor costo de oportunidad y una mayor tasa de descuento para el cálculo del valor presente neto de los flujos futuros de la empresa.
Lograr un equilibrio en las tasas de interés es crucial para mantener un ecosistema tecnológico saludable y dinámico. Necesitamos bancos centrales (papás) con un mandato más completo que solo el control inflacionario (el cual tiende a ser un indicador rezagado). Necesitamos bancos centrales (papás) que entiendan que la importancia no es solo en controlar la inflación, sino también en minimizar los cambios en las tasas de interés para proveer a los mercados con estabilidad y previsibilidad. Esto se puede lograr con otros mecanismos recientemente usados como compra de activos emproblemados (TARP) o compra de bonos en el mercado abierto (PEPP o Quantitative Easing).
A fin de cuentas, el verdadero motor de la economía somos los millones de mexicanos que salimos todos los días a trabajar, construir e invertir para un mejor futuro.